Lauren Fern Watt y Gizelle, su preciosa mastín inglesa, han pasado toda la vida vida juntas. Unidas como dos buenas amigas, pasaron la infancia entre risas y juegos en la casa de los padres de Lauren, en Tennessee.
Cuando Lauren cumplió 18 años y comenzó sus estudios superiores, Gizelle la siguió hasta la universidad para protegerla y hacerle compañía en su nueva vida adulta. Años después también se marcharon juntas hasta Nueva York en busca de un empleo y una vida mejor, pero entonces Gizelle comenzó a sentirse mal.
Tras una visita al veterinario, los peores temores de Lauren se confirmaron, Gizelle tenía cáncer de hueso y sólo le quedaban algunos meses de vida. Entonces ella decidió aparcarlo todo por un tiempo y vivir una última aventura juntas.
Mi llanto era imparable pero Gizelle era muy sensible y no le gustaba verme llorar. Tenía que ser fuerte, así que decidí que debía enterrar nuestras preocupaciones y crear una lista de todo lo que queríamos hacer juntas antes de morir. Era mi obligación conseguir hacernos disfrutar y explorar las alegrías de la vida.
Lauren comenzó a crear su extraña lista, incluyendo ideas locas y disparatadas como comer langosta juntas, revolcarse por la playa sin toalla, buscar una cascada o dormir la siesta en el césped.
“Quería disfrutar de mis últimos meses con Gizelle y celebrar nuestra vida en común, en lugar de estar triste por el hecho de que tuviera cáncer”, explicaba Lauren, “Los viajes son mi gran pasión y Gizelle una poderosa motivación para ir en busca de nuevas aventuras”.
En primer lugar, realizaron un maravilloso paseo en canoa mientras cantaban a duo una canción de la película “La sirenita”.
“Aunque estaba profundamente motivada, no fue fácil subir los 75 kilos de mi asustada mastín sobre la canoa. Traté de mantener el equilibrio pero no estábamos tan gráciles como Ariel y el príncipe Eric en la película, y tuvimos que sentarnos de inmediato. Gizelle estaba confundida por las salpicaduras del remo cuando una araña saltó a bordo y casi volcamos mientras tratábamos de matarla con un chaleco salvavidas. Un rato después una ligera brisa soplaba cuando Gizelle apoyo su gran cabeza en el borde de la canoa mientras nos deslizábamos por el agua. Casi podía ver el viento haciendo cosquillas en su papada. Sé que ella disfrutaba de la tranquilidad y la naturaleza que no teníamos en Nueva York, porque también sentía esa calma”.
Siguiente parada: Time Square.
“Las calles estaban limpias al amanecer, no había folletos de Broadway o basura en el suelo, y tampoco estaban especialmente llenas de gente, a excepción de las familias que se agolpaban junto a los estudios del programa “Buenos días América”. Paseamos por la avenida hasta situarnos en el cruce de caminos, las gigantescas pantallas de la llamada “Encrucijada del mundo” brillaban y nos dejamos atrapar por ellas como se supone que se debe hacer. Fue mágico”.
Después viajaron hasta Main para cocinar dos ricas langostas.
“Antes de cocinar las langostas en la casa de la playa de un amigo, las liberé en el suelo de la cocina para que Gizelle pudiera curiosear. Ella las olfateó como si fueran sus amigas, y casi me sentí mal por la vida tan corta que tendría su amistad. Incluso les dimos un beso de despedida antes de sumergidas en la olla. Después, alimenté a Gizelle con suculentos trozos de langosta con mantequilla en un tenedor, por lo que creo que no le importó demasiado el triste final de su compañera langosta”.
Comer un helado en el muelle mientras observan los barcos flotar.
“Me encanta salir de la ruidosa Manhattan y conectar con la naturaleza. Sé que Gizelle aprecia eso también. Puede que montar en canoa o comer un helado en el muelle hayan sido nuestras paradas favoritas, al menos las mías si. Son este tipo de cosas sencillas, las que son imposibles de encontrar en un lugar como Manhattan.”
La siguiente aventura fue realizar un fantástico viaje de chicas cruzando Nueva Inglaterra, con la mejor amiga de Lauren, Rebecca. Condujeron disfrutando de la carretera y los paisajes, sin destino fijo.
“Nos turnamos para conducir y tener tiempo para sacar la cabeza por la ventanilla y olvidar las preocupaciones, las facturas y los hombres. De hecho nuestros únicos problemas fueron seguir las directrices de un viejo mapa de papel, ya que renunciamos a Google para desintoxicarnos de los teléfonos móviles y tratar de averiguar si Gizelle prefería las canciones de Taylor Swift o los Beach Boys”.
Se abrazaron todo lo que fue posible.
“Claro que Gizelle era mucho más grande que yo, pero creo que ella nunca lo supo. Después de descubrir que se moría, el pelo de perro sobre la cama y los litros de babas sobre mi cara dejaron de importar y abrazarse se convirtió en una prioridad. Ella me enseñó que el amor es el regalo más maravillosos que puedes recibir y que es lo mejor que tengo para dar. Durante el regreso a casa me convertí en su asiento preferido, y era increíble”.
Pasar el día observando a la gente de Washington Square Park.
“Acompañadas de la desafinada melodía de un hombre que tocaba un guitarra de cuerdas rotas, pasamos la mañana en Washington Square, conocimos a un tipo con un pez tatuado en su rostro y a una señora con kimono rojo que nos ayudó a dar de comer a las palomas. Giselle siempre me ha presentado más personas de las que mi reservada personalidad me hubiera permitido conocer. Fue entonces cuando me di cuenta de lo orgullosa que estaba de vivir un momento tan extraño junto a mi estupenda compañera. Mirando por encima de sus 75 kilos de pelo y baba, me di cuenta de que encajábamos perfectamente”.
Una fiesta para conocer un amigo especial.
“Giselle siempre había sido mi gancho para conocer chicos en el East Village, y ahora era su turno. Cuando me enteré de que un amigo celebraba una fiesta y que 19 perros estaban en la lista de invitados, supe que era la oportunidad perfecta para que Gizelle conociera a alguien especial”.
Una vez allí, Gizelle conoció a un apuesto labrador llamado Auggie con el que hizo buenas migas y jugó al “cerveza Ping Pong”.
Conforme la enfermedad iba avanzando, el apetito de Gizelle fue desapareciendo, por eso probó hasta Donut Congdon en la costa de Main, donde hacen el mejor donut del mundo.
“Comer rosquillas frescas era raro, tenían formas inusuales y pequeñas burbujas de masa rellenas de aire. Estaban deliciosas. Nos sentamos en la hierba y nos terminamos comiendo toda la caja, ¿y sabes qué?, ¡todavía no me siento mal por ello!”
Fueron a conocer a Santa Claus por Navidad.
Lauren pensó que Gizelle podría tener miedo de un “hombre alto con una gran barba blanca”, por lo que prefirió centrarse en conocer a sus tres ayudantes caninos.
“Aunque estos tres perritos no son tan alegres como un Papá Noel humano, puedo asegurar que Gizelle les pidió con sus ojos que le trajeran costillas, perritos calientes y helados por Navidad”.
El día antes de su muerte, disfrutaron de su última aventura.
A principios del mes de Enero de 2015, Larren y Gizelle disfrutaron de un tranquilo día de invierno en la playa de Main. Abrazadas cerca del océano observaron como la nieve caía lentamente sobre el agua.
Una parte de mí se preguntaba si este fue su plan desde el principio, si fue ella quien me empujó en esta aventura a sabiendas de que terminaríamos solas en una playa desierta. El cielo estaba blanco, los árboles desnudos, e incluso los pájaros se habían escondido. El mundo entero estaba vacío, y era difícil creer que hace unos meses la playa estaba llena de sombrillas, colores y niños pintados con protector solar.
Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba lista para dejar ir a Gizelle. Al igual tenía fe en que los árboles volverían a brotar y los niños regresarían con sus cubos amarillos para chapotear en el agua una vez más, tenía que tener fe en que algún día Gizelle volvería a estar conmigo.Incluso en el infinito vacío de esa playa pude ver a Gizelle correr libre a largo de la costa, jugar en la arena, y acercarse con torpeza a olas. Supe que continuaría viviendo a través de mis experiencias, y que le había dado la mejor vida que pude. Y todo esos pensamientos, fueron mi consuelo”.
El último día.
“Su último día fue mucho más difícil de lo que jamás podría haber esperado, pero también tuve el consuelo de saber que habíamos aprovechado el tiempo en estos últimos meses.” “Ella había vivido plénamente, y yo sabia que nuestra lista de deseos nos había ayudado a afrontar esto”.
Habían estado juntas desde que Lauren tenía 8 años, y en ese tiempo su cachorro se había convertido en mucho más que una mascota.
“Gizelle no era sólo una mascota, ella era una mezcla muy especial de hija, mejor amiga, compañera de cuarto, y mucho más”, “Va a ser muy difícil entender la vida sin ella.”
Fuente: Buzfeed.com
Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba lista para dejar ir a Gizelle. Al igual tenía fe en que los árboles volverían a brotar y los niños regresarían con sus cubos amarillos para chapotear en el agua una vez más, tenía que tener fe en que algún día Gizelle volvería a estar conmigo.Incluso en el infinito vacío de esa playa pude ver a Gizelle correr libre a largo de la costa, jugar en la arena, y acercarse con torpeza a olas. Supe que continuaría viviendo a través de mis experiencias, y que le había dado la mejor vida que pude. Y todo esos pensamientos, fueron mi consuelo”.
Es una historia preciosa, lástima que al final el veterinario no pudiera hacer nada por la perrita, aún así disfruto de sus últimos días.
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