martes, 24 de mayo de 2016

Me gusta la gente que considera familia a sus mascotas

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Me gusta la gente que descubre de pronto lo que es tener un perro o un gato. Disfruto cuando caen rendidos a esos nuevos compañeros, a esas mascotas que revolucionan casi sin saber cómo, todo su universo personal.
Amar a los animales es algo que ocurre casi sin darnos cuenta, y ese cambio, ese paso que muchas personas hacen al ser partícipes de un mundo de emociones, juegos, compañías y risas espontáneas, supone reformular nuevos valores y nuevos descubrimientos internos.
Las mascotas son algo más que animales de compañía, entran en nuestros corazones sin preaviso ganándose nuestras sonrisas y los rincones favoritos de nuestro sofá hasta que un día, dejan de ser mascotas para ser familia.

Las personas que entienden y valoran lo que es querer a un animal disponen de una nobleza especial. Su capacidad de ofrecer cariño, cuidados, para ser más paciente y responsable es algo destacable, porque lo queramos o no, todos tenemos mucho que aprender de ellos: de las mascotas.
El modo en que los perros nos integran como miembros de su familia, de su manada, o la capacidad que tiene un gato para enseñarnos su respeto y cariño con sus miradas limpias e inmensas, es algo que lo que todos deberíamos aprender a valorar…

La vida con las mascotas nos hace ser mejor persona

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No se trata en absoluto de defender la idea de que todo aquel que no ama a los animales, o simplemente no le agrada compartir tiempo y espacio con ellos, sea mala persona. En absoluto. Se trata en realidad de comprender algo más sencillo: un animal puede en un momento dado ofrecernos muchas cosas que necesitábamos.
El mundo está habitado por muchas personas sin sentimientos, pero algo que tenemos claro es que todas las “bestias” son capaces de ofrecer un cariño puro y desinteresado.

Curiosamente, si nos vamos a la raíz etimológica de la palabra “animal”, veremos que deriva en realidad de anima o animus, es decir, poseedor de alma, o del aliento de la vida.
Y aún más, en el folklore de muchos países no faltan las historias que hablan de los perros y los gatos como auténticos espíritus guías de la humanidad. Entidades que tiene como finalidad, cuidar de nosotros y guiarnos.
Sea como sea, algo que está claro es el modo en que pueden cambiarnos, el modo en que nos brindan el poder desplegar nuevas estrategias con las cuales, gozar de una vida más plena.
  • Introducir un perro en la vida de un anciano, por ejemplo, lo dota de la necesidad de llevar nuevas rutinas, pautas y obligaciones. Le obligará a abrirse al mundo, incrementará los refuerzos positivos a través de las emociones, de una compañía sincera que alivia soledades, y de una actividad diaria con la que combatir el sedentarismo.
  • Pocas cosas pueden ser tan saludables también como que un niño crezca en compañía de sus mascotas. Les ayuda a ser pacientes, a respetar, a atender, a establecer una unión donde el valor de los gestos y los afectos es superior a las palabras.
  • A nosotros, los adultos, nos aporta ese amor que tan extraño nos parece en ocasiones: un cariño que se ofrece a cambio de nada, que no sabe de resentimientos, que nos obligan a vivir en “el aquí y ahora”, donde no vale postergar un paseo o una caricia. Donde las siestas compartidas son instantes de grata complicidad, donde perdonamos travesuras y adoramos tenerlos cerca, como uno más de la familia.
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Las mascotas nos demuestran que somos merecedores de su cariño

No importa que seas alto o bajo, que seas de los que olvida los cumpleaños de la gente o de los que prefiere una tarde de lluvia a un día de playa. Las mascotas no nos juzgan por nuestras creencias, aspectos físico u opinión política. Tus animales, sólo entienden de emociones.
Dicen que las mascotas entienden el sentido de la amistad, y ante todo, de la familia: de la pertenencia a un grupo. Porque ellos aman sin distinción de raza o especie.

La persona que comparte vida, espacios y momentos con sus perros o sus gatos sabe que es merecedor del cariño de su animal. Y lo es simplemente por existir, porque el amor que se ofrece sin concesiones y con el alma pura, es un amor basado en la alegría.


La gente que es querida por sus mascotas lo es sencillamente porque les ofrece lo que necesitan: pertenencia a un hogar, atención, cuidados, amor… Si nos damos cuenta y lo analizamos con calma, nos daremos cuenta que en el fondo, sus necesidades son muy parecidas a las nuestras.
También ellos necesitan raíces, pertenecer a un hogar y disponer de unos miembros a los que defender y a quienes querer. Somos su manada, su familia, su pequeño micromundo. Comprender todo ello es algo que nos enriquece y que nos ayuda a ser mejores simplemente, porque para ellos somos merecedores de estar en su corazón.
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