Esto genera un estrés importante para el animal, pero también puede ser una grave causa de conflicto con nuestro vecinos por tener a un perro llorando y ladrando durante todo nuestro horario laboral. Los que no se quejan son los dueños de las tiendas de muebles, ya que normalmente aumentan las ventas cuando nuestros perros, angustiados, destrozan lo que encuentran a mano (o a boca).
Según el veterinario británico Bruce Fogle, los machos tienen más predisposición que las hembras a tener este problema. Y además, hay varios estudios que indican que los perros que están bien socializados y tienen muchos estímulos, rara vez sufren ansiedad. Mientras que aquellos que los dueños tienen todo el día pegados a ellos mismos, sí la padecen. Los mismos estudios hablan de un 50% de perros que la sufren en un momento u otro, así que es mejor estar preparados para ello.
Visto el problema, ¿Qué podemos hacer? Antes de nada tener claro que cada caso es un mundo, y esto sólo son orientaciones genéricas. Hará falta paciencia y constancia, pero tiene solución, y en realidad no es tan difícil.
¿Es importante la edad? No. A cualquier edad se puede educar a un perro, pero cuanto más tiempo pasa llevando a cabo una conducta, más nos costará que “olvide” lo que venía haciendo y aprenda lo que queremos que haga ahora. Los perros no hacen cosas “mal” o “bien”, ese es un filtro por el que juzgamos nosotros. Por ejemplo, los perros hacen caca. Que dentro de casa sea “malo” y fuera “bueno”, es una regla de los humanos. Lo mismo se aplica a todo. Si les enseñamos lo que queremos, reduciremos los problemas de convivencia al mínimo imprescindible.
¿Es importante la raza? Bueno, algunas razas parecen tener más predisposición a este problema que otras, pero se aplica lo mismo que arriba. Y otras son más testarudas y cuesta un poco más enseñarles, pero siempre se consigue.
Si hemos descartado problemas fisiológicos con el veterinario, toca tener paciencia y dedicar varios días a ello. No estaría de más que antes de cada sesión le hayamos dado un buen paseo que consuma parte de sus energías, para que esté más relajado y sea más fácil. Y disponer de tiempo. Si tenemos que irnos a trabajar, estaremos estresados y no podremos quedarnos el tiempo preciso para acabar el ejercicio.
Si ya habéis tenido problemas con
los vecinos por los llantos del perro, antes de empezar conviene que se
lo expliquéis a los afectados, porque van a escuchar llorar a vuestro
perro algunas veces mientras dure el proceso. Aquí yo usaría “la táctica del bizcocho”, ir a hablar con ellos llevando la merienda, que siempre ayuda a suavizar las cosas. Y ya podemos empezar.
Si tenéis alguna habitación que
sea “la suya” y donde podáis encerrarlo un rato, es el punto para
comenzar. Primero despejad el cuarto de cosas que os pueda romper.
Estando en la casa, tenéis que dejarlo allí. Probablemente empezará a
llorar, pero no podéis abrir hasta que no se calle. Si abres cuando
llora, le estás premiando ese comportamiento.
Cuando lo deje de llorar es cuando podéis abrir y montarle una fiesta “buen perro/buena perra” y le dais su premio.
Y cada vez alargáis un poco más el
periodo. Si llora, no se abre. No podéis ablandaros. O aprenderá que
eso sirve para que abras y seguirá llorando. Un perro normal, aprende
rápido qué el mejor método para poder estar con vosotros pasa por no
llorar/ladrar/comerse los objetos.
Poco a poco, en días o semanas, dependiendo de la gravedad del problema, aumentarás los periodos.
Luego lo harás y saldrás de casa y
te alejarás un poco. Y volverás a los 5 o 10 minutos, pero sin abrirle o
hacerle ningún caso hasta que no deje de llorar. Y así que es como
funciona en resumen.
Poco a poco, si es un perro
normal, entenderá que llorar no sirve de nada y que cuando se le abre
todo es estupendo, pero que es sólo cuando no llora
No hay soluciones mágicas. Hace falta paciencia, y que todos los miembros de la familia hagan lo mismo.
Por otra parte, antes de salir de casa, hay que
acostumbrarse a ignorar al perro. No mirarlo, no hablarle. Hacer como
que no está allí. Cambiar la rutina habitual, coger las llaves y
hacerlas sonar como cuando nos vamos, pero luego sentarnos a ver la tele
un rato. De modo que no pueda asociar determinados gestos al hecho de
que nos vamos y lo dejamos solo. Explicarle al perro que nos vamos, sólo
lo incita. No sabe lo que le decimos, pero le estamos prestando mucha
atención, y eso normalmente lo “activa”. Con lo cual, al dejarlo solo,
buscará alguna actividad para entretenerse.
Además hay otras opciones para ayudarle, como los juguetes “Kong“,
en los que se mete comida y son durísimos, para que esté entretenido
masticando eso mientras está solo. Esconderle premios por toda la casa.
También hay quien deja la radio o la tele encendidas, para que se sienta
algo más acompañado, aunque no tengo muy claro si funciona o no.
Todo esto es para perros que están solos el tiempo
mínimo indispensable, si trabajas 12 horas y tardas una en ir y otra en
volver, es normal que cualquier ser vivo se estrese tras más de 14 horas
“abandonado”. Si ese es el caso deberíais pensar en soluciones
alternativas, como alguien que pasee al perro mientras estáis
trabajando, o dejarlo con familiares en esas horas, por ejemplo.
Espero que hayáis encontrado alguna solución si era
vuestro problema, podéis dejar vuestros comentarios, dudas o propuestas
para nuevos artículos más abajo, ¡y no olvidéis compartirlo en vuestras
redes sociales! Gracias por leerlo.
Y sobre todo ¡ADOPTA!
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