La crisis es en la mayoría de los casos la excusa con la que administraciones, que han cortado de forma radical el grifo de cualquier tipo de ayuda, y los ciudadanos, que los abandonan a su suerte, tratan de justificar la dura realidad que están viviendo las asociaciones que contra viento y marea tratan de hacer frente a la dura realidad de los animales que cada día son abandonados a su suerte. Muchas de ellas están al límite, no solamente porque están acogiendo a muchos más animales de los que tienen capacidad, sino porque lo hacen con apenas recursos y sobreviviendo gracias a la buena voluntad de los que de forma desinteresada quieren darles una vida mejor a perros, gatos, hurones, tortugas, caballos y hasta gaviotas.
La situación es insostenible en el caso de la asociaciones como la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga. Sus instalaciones están desbordadas desde hace tiempo por el aluvión de abandonos que reciben. En estos momentos, acogen a unos 900 animales, la mayoría perros y unos 280 gatos, cuando el refugio está construido para unos 260 ó 300 como máximo. Su presidenta, Carmen Manzano, aseguró a este periódico que en la mayoría de los casos los dejan en la puerta y "cuando los dueños de esos animales se atreven a entrar y les decimos que no podemos hacernos cargo de más animales llegan a veces hasta insultarnos". Pero es que ya no hay más hueco, a pesar de que hasta el último rincón del refugio está aprovechado para albergar a estos animales.
No solamente llegan perros y gatos. Últimamente la Protectora de Málaga se ha convertido también en el refugio de todas aquellas mascotas de las que sus dueños se cansan después de comprarlas como conejos, hurones o tortugas, a las que ha habido que hacerles un estanque artificial. Hasta aves, cuyas competencias son del Centro de Recuperación de Especies Amenazadas de la Junta de Andalucía, llegan a la Protectora para ser atendidas.
"Tenemos jaulas por todas partes", dijo Manzano, mientras muestra a unos gatos lactantes que han acogido temporalmente en la caseta destinada a las voluntarios que acuden cada día para ayudar en las mil y una tareas que hay que hacer para mantener las instalaciones. "Si no es por ellos no podríamos mantener esta situación", aseguró. También la red de casas de acogida con la que la protectora cuenta resulta fundamental para atender los casos más delicados de animales abandonados por enfermedad o por ser aún lactantes. Hay alrededor de medio centenar para perros y unas 35 para gatos, pero no son suficientes para la cantidad de casos que tiene que atender la Protectora.
Tampoco las adopciones que se producen son proporcionales al número de animales que son abandonados. Entre seis y siete entran diariamente en el refugio frente a los tres que pueden adoptarse a la semana. "Los perros grandes y los más viejos no tienen salida aquí y solemos enviarlos a Alemania, Finlandia y Holanda porque la mayoría de los adoptantes vienen buscando cachorros", señaló la presidenta de la Protectora.
Con casi 900 animales que atender cualquier ayuda es poca. Pero de ninguna administración, salvo el Ayuntamiento de la capital con quien mantiene un contrato para la recogida de animales abandonados por las tardes y durante los fines de semana, recibe ningún tipo de prestación. "Nos mantenemos gracias a las donaciones que recibimos y a las campañas de recogida de alimentos que organizamos a través de las redes sociales y con las que la gente suele responder muy bien", según Manzano, que únicamente en comida el gasto mensuales ronda los 6.000 euros, a los que se suma otros 2.000 en pruebas analíticas y 3.000 en agua.
Los números no salen como tampoco le salen a la asociación CYD Santa María, que gestiona el único centro especializado en toda Andalucía capaz de acogerlos y devolver a los caballos el cariño del que sus dueños les han privado. Este refugio, dedicado a la recogida y atención de los caballos abandonados o maltratados, también se ha visto desbordado en los últimos años.
Los alrededor de 200 euros mensuales que cuesta mantener a cada animal, sin contar los gastos veterinarios que puedan surgir, comienzan a hacerse cuesta arriba para esta asociación que alberga unos 60 animales, que se suman a otros 20 que hay en casas de acogida, después del aluvión de avisos que está recibiendo desde que se agravó la crisis.
Pese a ser una competencia de los ayuntamientos prácticamente ninguno se involucra en la preocupante realidad que viven estos animales. "Las administraciones tienen que tomar conciencia de esta situación y la sociedad tiene que exigirles responsabilidades", se quejó Virginia Solera, una de las impulsoras de esta asociación, ya que criticó que "con el tema de la crisis tienen la excusa perfecta para no ayudarnos cuando en realidad nunca lo han hecho".
En el caso de los caballos, aseguró que "la gente está llegando a un punto de deshumanización que aún no se da cuenta de que son animales que sufren y todavía hay muchísimas personas que ven como algo normal que haya un caballo atado en el campo sin comida". Ante esta situación, lejos de haber frenado ni siquiera un poco el problema del abandono de estos animales cada día son más los que son llevados a matadero o abandonados a su suerte hasta el punto de que se han sido certificado los primeros casos de canibalismo entre ellos.
"La situación de los animales abandonados va cada vez peor y a las asociaciones como nosotros nos ponen al límite", denunció Solera, que advirtió que ha habido meses en los que no han sabido como dar de comer a los animales que albergan en el refugio donde también han acogido a hurones, perros gatos y gallos.
La falta de ayudas de la administración también ha puesto al límite en más de una ocasión al Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas (Crema, ubicado en Málaga desde 1994 y pionero en toda España en el cuidado de los animales varados en el litoral. Este hospital marino estuvo a punto de desaparecer hace un par de años cuando la Junta de Andalucía, de la que dependía económicamente desde sus comienzos como centro colaborador, decidió no dar más dinero para prestar ese servicio.
Fue entonces cuando el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación provincial decidieron apostar por este centro de referencia y otorgarle una subvención de 40.000 euros anuales, respectivamente, con los que ha podido seguir ejerciendo su actividad. El director del Crema, José Luis Mons, explicó que con esa ayuda "más o menos nos mantenemos porque ahora nos centramos más en Málaga y no en todo el litoral andaluz", aunque aún así en un año normal se suelen recoger entre 10 y 20 animales vivo y realizar entre 20 y 30 necropsias en el caso de los que llegan muertos a la costa.
A diferencia de lo que está ocurriendo con los animales de compañía, la importancia de la concienciación de la ciudadanía no tiene que ver con los abandonos pero sí "con el hecho de que nos avisen cuando vean a una tortuga o un cetáceo varado porque es fundamental para salvarles la vida". Después de años de continuas campañas de sensibilización, el mensaje parece que ha calado en la sociedad y cada vez son más las personas que colaboran en la conservación de los animales marinos. Pero Mons teme que "con la crisis se pueda echar por tierra el trabajo de muchos años si las administraciones dejan de ayudarnos y nos vemos obligados a dejar la actividad".
La situación es insostenible en el caso de la asociaciones como la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga. Sus instalaciones están desbordadas desde hace tiempo por el aluvión de abandonos que reciben. En estos momentos, acogen a unos 900 animales, la mayoría perros y unos 280 gatos, cuando el refugio está construido para unos 260 ó 300 como máximo. Su presidenta, Carmen Manzano, aseguró a este periódico que en la mayoría de los casos los dejan en la puerta y "cuando los dueños de esos animales se atreven a entrar y les decimos que no podemos hacernos cargo de más animales llegan a veces hasta insultarnos". Pero es que ya no hay más hueco, a pesar de que hasta el último rincón del refugio está aprovechado para albergar a estos animales.
No solamente llegan perros y gatos. Últimamente la Protectora de Málaga se ha convertido también en el refugio de todas aquellas mascotas de las que sus dueños se cansan después de comprarlas como conejos, hurones o tortugas, a las que ha habido que hacerles un estanque artificial. Hasta aves, cuyas competencias son del Centro de Recuperación de Especies Amenazadas de la Junta de Andalucía, llegan a la Protectora para ser atendidas.
"Tenemos jaulas por todas partes", dijo Manzano, mientras muestra a unos gatos lactantes que han acogido temporalmente en la caseta destinada a las voluntarios que acuden cada día para ayudar en las mil y una tareas que hay que hacer para mantener las instalaciones. "Si no es por ellos no podríamos mantener esta situación", aseguró. También la red de casas de acogida con la que la protectora cuenta resulta fundamental para atender los casos más delicados de animales abandonados por enfermedad o por ser aún lactantes. Hay alrededor de medio centenar para perros y unas 35 para gatos, pero no son suficientes para la cantidad de casos que tiene que atender la Protectora.
Tampoco las adopciones que se producen son proporcionales al número de animales que son abandonados. Entre seis y siete entran diariamente en el refugio frente a los tres que pueden adoptarse a la semana. "Los perros grandes y los más viejos no tienen salida aquí y solemos enviarlos a Alemania, Finlandia y Holanda porque la mayoría de los adoptantes vienen buscando cachorros", señaló la presidenta de la Protectora.
Con casi 900 animales que atender cualquier ayuda es poca. Pero de ninguna administración, salvo el Ayuntamiento de la capital con quien mantiene un contrato para la recogida de animales abandonados por las tardes y durante los fines de semana, recibe ningún tipo de prestación. "Nos mantenemos gracias a las donaciones que recibimos y a las campañas de recogida de alimentos que organizamos a través de las redes sociales y con las que la gente suele responder muy bien", según Manzano, que únicamente en comida el gasto mensuales ronda los 6.000 euros, a los que se suma otros 2.000 en pruebas analíticas y 3.000 en agua.
Los números no salen como tampoco le salen a la asociación CYD Santa María, que gestiona el único centro especializado en toda Andalucía capaz de acogerlos y devolver a los caballos el cariño del que sus dueños les han privado. Este refugio, dedicado a la recogida y atención de los caballos abandonados o maltratados, también se ha visto desbordado en los últimos años.
Los alrededor de 200 euros mensuales que cuesta mantener a cada animal, sin contar los gastos veterinarios que puedan surgir, comienzan a hacerse cuesta arriba para esta asociación que alberga unos 60 animales, que se suman a otros 20 que hay en casas de acogida, después del aluvión de avisos que está recibiendo desde que se agravó la crisis.
Pese a ser una competencia de los ayuntamientos prácticamente ninguno se involucra en la preocupante realidad que viven estos animales. "Las administraciones tienen que tomar conciencia de esta situación y la sociedad tiene que exigirles responsabilidades", se quejó Virginia Solera, una de las impulsoras de esta asociación, ya que criticó que "con el tema de la crisis tienen la excusa perfecta para no ayudarnos cuando en realidad nunca lo han hecho".
En el caso de los caballos, aseguró que "la gente está llegando a un punto de deshumanización que aún no se da cuenta de que son animales que sufren y todavía hay muchísimas personas que ven como algo normal que haya un caballo atado en el campo sin comida". Ante esta situación, lejos de haber frenado ni siquiera un poco el problema del abandono de estos animales cada día son más los que son llevados a matadero o abandonados a su suerte hasta el punto de que se han sido certificado los primeros casos de canibalismo entre ellos.
"La situación de los animales abandonados va cada vez peor y a las asociaciones como nosotros nos ponen al límite", denunció Solera, que advirtió que ha habido meses en los que no han sabido como dar de comer a los animales que albergan en el refugio donde también han acogido a hurones, perros gatos y gallos.
La falta de ayudas de la administración también ha puesto al límite en más de una ocasión al Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas (Crema, ubicado en Málaga desde 1994 y pionero en toda España en el cuidado de los animales varados en el litoral. Este hospital marino estuvo a punto de desaparecer hace un par de años cuando la Junta de Andalucía, de la que dependía económicamente desde sus comienzos como centro colaborador, decidió no dar más dinero para prestar ese servicio.
Fue entonces cuando el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación provincial decidieron apostar por este centro de referencia y otorgarle una subvención de 40.000 euros anuales, respectivamente, con los que ha podido seguir ejerciendo su actividad. El director del Crema, José Luis Mons, explicó que con esa ayuda "más o menos nos mantenemos porque ahora nos centramos más en Málaga y no en todo el litoral andaluz", aunque aún así en un año normal se suelen recoger entre 10 y 20 animales vivo y realizar entre 20 y 30 necropsias en el caso de los que llegan muertos a la costa.
A diferencia de lo que está ocurriendo con los animales de compañía, la importancia de la concienciación de la ciudadanía no tiene que ver con los abandonos pero sí "con el hecho de que nos avisen cuando vean a una tortuga o un cetáceo varado porque es fundamental para salvarles la vida". Después de años de continuas campañas de sensibilización, el mensaje parece que ha calado en la sociedad y cada vez son más las personas que colaboran en la conservación de los animales marinos. Pero Mons teme que "con la crisis se pueda echar por tierra el trabajo de muchos años si las administraciones dejan de ayudarnos y nos vemos obligados a dejar la actividad".
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