lunes, 13 de julio de 2015

Aumentan las excusas para justificar el abandono de animales

La protectora recibe durante todo el año llamadas de quienes dicen que tienen que emigrar para que les busquen un nuevo hogar a sus animales de compañía
Dos agentes rescatan a un cachorro perdido en Santa Marta de Tormes.
Dos agentes rescatan a un cachorro perdido en Santa Marta de Tormes. / Solete Casa

La primera excusa para justificar el abandono de mascotas no son las vacaciones de verano, pues «no sólo en estas fechas se abandonan animales de compañía», de hecho, «el verdadero motivo es que se cansan de los animales», explica Fredes Barbero, presidenta de la Asociación Protectora de Animales y Plantas de Salamanca, (ASPAP).
Hay personas que se justifican diciendo «me cambio de casa, de piso, me cambio de país, me cambio de ciudad, he tenido un bebé, voy a tener un niño, porque ahora viven mis abuelos con nosotros y no siendo que el abuelo se caiga, no lo puedo atender,..», pone como ejemplo Fredes Barbero, quien considera que son «excusas cursis e inexplicables». De hecho, entre esas personas que abandonan a sus animales de compañía se cuentan hombres y mujeres de todo tipo, tanto de niveles económicos medios así como altos.
 
Aumento
Hay un aumento de esta tendencia, al abandono, al sacrificio de animales o al querer que otra familia se encargue de ellos Pero dar los animales «no es tan fácil», explica Fredes Barbero, por ello dice que recurren a la protectora para pedirles que les busquen otra familia. Circunstancia a la que la protectora da prioridad, pese a que no es su obligación ni cometido, pero prefieren evitar el casi irremediable abandono o sacrificio al que someterían esas personas a sus animales de compañía.
 
Fredes Barbero detalla que mucha gente se dirige a ellos diciendo que les quieren donar un animal, pero ella aclara, «a las protectoras no se donan animales al igual que a Cáritas o Cruz Roja no se donan pobres, además los animales no se donan, no son cosas, eso para empezar», recalca.
 
La protectora lo que sí hace es actuar como tal, «defender los derechos de los animales, hacer muchas campañas de concienciación y exigir que el abandono sea delito».
En el refugio de ASPAP tienen 80 animales, entre perros y gatos y la ovejita Heidi, más los 40 gatos de la colonia del cementerio. A estos 120 animales alimentan a diario con comida, cariño y dedicación.
 
El esfuerzo de esta asociación es inmenso, teniendo en cuenta que no cuentan con ninguna ayuda ni subvención, sino que sólo tienen los recursos propios, es decir donaciones y cuotas de socios.
 
La ley no ayuda
En cuanto a las medidas contra el abandono de mascotas, Fredes Barbero lamenta que «La ley no ayuda, pues el abandono no es considerado delito»
Para esta defensora de los animales la palabra «mascota no existe», o lo que es lo mismo, «los animales no son mascotas sino que son amigos o compañeros».
Esta es una de las bases que hacen comprender esta forma de ver a los animales de compañía. Fredes Barbero los contempla como seres vivos y no como objetos, pues «mientras no se valore al perro y al gato como un ser vivo, se contempla como objeto».
 
En su opinión esta idea equivocada es lo que provoca «adquisiciones compulsivas, es decir, me gusta y lo quiero, lo compro». Es de esta última manera como piensa que entienden a las mascotas las personas que las abandonan. Por un lado considera que entienden a los animales domésticos como cosas porque es fácil hacerse con ellos, «si fuera más difícil adquirirlos no sería tan sencillo abandonarlos, porque si fuera más complicado hacerse con ellos, ya te obligan a pensar, te hacen un registro cuando tú lo adquieres». En este caso «como nosotros en la protectora que exigimos responsabilidades y exigencias que tienen que cumplir», anota. Por otro lado piden «garantías de que los tendrán toda la vida», no obstante entienden que pueda surgir un problema serio, «entonces se puede entender, pero no un capricho de ahora lo cojo y ahora lo dejo», explica. Por ello recomienda tener animales a personas que lo tengan muy claro, se interesen por sus cuidados, necesidades y que ante todo tengan seguridad.
 
En cuanto al destino de los animales que son abandonados, Fredes Barbero detalla que «tan sólo una tercera parte de los animales que se abandonan van a parar a una protectora; la mitad mueren atropellados, envenenados, en la calle, de sed o de hambre; y otro porcentaje va a perreras donde son eliminados directamente».

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