viernes, 19 de agosto de 2016

Por qué las ballenas jorobadas protegen a otros animales de las ballenas asesinas

Una ballena jorobada impide que una orca ataque a una foca cangrejera en el Antártico, uno de cientos de incidentes en que las ballenas jorobadas aparentan protegen a otros animales de las orcas.
 Una ballena jorobada impide que una orca ataque a una foca cangrejera en el Antártico, uno de cientos de incidentes en que las ballenas jorobadas aparentan protegen a otros animales de las orcas


En mayo de 2012, investigadores observaron que un grupo de ballenas asesinas atacaba a una ballena gris y su cría en la Bahía de Monterrey, California. La cría murió en la pelea. Pero lo ocurrido después es difícil de explicar.
Dos ballenas jorobadas se encontraban en la escena cuando las ballenas asesinas u orcas, atacaron a las ballenas grises. No obstante, al morir la cría, llegaron otras 14 ballenas jorobadas, al parecer para evitar que las orcas consumieran el cadáver.
“Una ballena jorobada en particular permaneció junto a la cría muerta, con la cabeza apuntando hacia ella y como a un cuerpo de distancia. Vocalizaba con fuerza y daba coletazos cada vez que una ballena asesina se acercaba a comer”, informa Alisa Schulman-Janiger, investigadora de ballenas en California Killer Whale Project.
Las ballenas jorobadas usaron aletas y colas para ahuyentar a las ballenas asesinas durante seis horas y media. Y pese a que cerca de allí había densos bancos de kril –el alimento predilecto de las ballenas jorobadas-, las gigantes no abandonaron su vigilancia.
No queda claro por qué las ballenas jorobadas estaban dispuestas a sufrir lesiones y a desperdiciar tanta energía para proteger a una especie completamente distinta. Lo que sí se sabe es que no fue un incidente aislado. Según un estudio publicado en julio, en la revista Marine Mammal Science, se han registrado 115 interacciones entre ballenas jorobadas y orcas en los últimos 62 años.
“Esta conducta en las ballenas jorobadas persiste en muchas áreas de todo el mundo”, afirma Schulman-Janiger, coautora del estudio.
“He presenciado varios encuentros, pero nada tan impresionante como [el incidente de mayo de 2012]”, agrega, el cual es la interacción ballena jorobada-orca más prolongada que se conoce hasta la fecha.

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