Mucho se ha dicho que un caballo ve al hombre como su Dios, un perro
como un hermano, y un gato nada más y nada menos como un esclavo, al que
no respetará su espacio personal ni su vida privada.
Puede parecer fuerte el planteamiento, pero para desestima los
placeres de tener un felino por mascota y las relaciones de afecto que
se pueden establecer como con cualquier otro animal. Más bien se trata
de que las personas que piensan adoptar a uno entiendan que situaciones
como las de las siguientes imágenes, en la que los gatos se entrometen
en la vida privada y los espacios de sus dueños, serán más que
frecuentes y deben ser entendidas como parte de su naturaleza y aire de
superioridad.
Cuando se logra entender bien esto, acciones similares de los gatos
pasan por ocurrencias atrevidas, que al final terminarán sacándonos una
sonrisa.
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