En ocasiones, cuando llegamos a casa y nuestro fiel amigo acude para recibirnos, rápidamente notamos cuando han hecho alguna de las suyas. Tras ver el estropicio y, casi como si fuesen personas, les preguntamos qué es lo que ha sucedido. Automáticamente, ponen cara de lastimosos o, según del día, salen corriendo a esconderse porque saben que les estamos regañando. Tras el enfado, muchas veces no podemos evitar reírnos de sus reacciones y por cómo vienen, al cabo de un rato, a hacernos la pelota.
Precisamente, hoy os mostraremos la reacción de un perro cuando su dueña humana le pregunta que si ha cometido alguna fechoría. En su rostro podemos apreciar sentimiento de culpa, pero lo más increíble es la contestación que recibe la niña…
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