Los animales del Parque Zoológico de Barcelona están estresados. El ruido de las obras de ampliación de algunas jaulas y las propias tareas de mantenimiento de las instalaciones, que se realizan tanto de día como de noche, están provocando malestar entre las fieras. Tanto es así, que este martes el comité de empresa convocó de urgencia a la dirección del centro para advertirle de que las últimas muertes (ocho en un mes), así como el parto prematuro de una mona araña y el ataque de un lobo a una loba son un aviso. Y si prosigue el ruido puede empeorar.
“Los animales están sufriendo y si esto sigue, petarán”, aseguró ayer un miembro del comité de empresa que prefiere que no se publique su nombre. Según los expertos consultados por este medio, es demasiado aventurado relacionar la muerte de un animal con todas estas molestias, pero es innegable que el ruido provoca un malestar que puede deteriorar la salud de los animales: “Si constantemente reciben emociones tan intensas, al cabo de un tiempo pueden provocar peleas, enfermedades y muertes”, según explicó un veterinario.
La propia dirección reconoció a este diario que la situación tiene que cambiar: “No podemos negar que desde hace unos días hemos detectado que debemos minimizar algunas afectaciones”, explicó el director del zoo, Miquel Trepat, que aseguró que “cuando se detecta que según que prácticas pueden tener efectos no deseados para los animales, las cambiamos”.
Todas estas rectificaciones, por ahora, son imperceptibles, según los trabajadores que tienen muy poca fe en que cambie la situación.
“El problema es que no entienden que esto no es ni un aparcamiento ni el Palau Sant Jordi. Aquí hay animales” critica el presidente del comité de empresa, Jesús Cabana. Sus quejas, junto con las de entidades animalistas como Depana y Libera!, hace meses que duran pero no han conseguido nada.
Tras la privatización
Para los trabajadores, “los problemas empezaron hace un año y medio cuando el Zoo de Barcelona (que depende de la empresa pública B:SM) decidió externalizar el mantenimiento de las instalaciones”. “Los trabajadores que vienen nunca son los mismos y no tienen ninguna formación para trabajar con animales”, denuncia Cabana. Esta falta de conocimiento pone en riesgo a los propios trabajadores y causa notables molestias a los animales.Entre la lista de agravios que han ido recabando destaca la utilización de las sopladoras (las mangueras que expulsan aire para acumular las hojas caídas) en plena noche; la limpieza de los filtros de la piscina de las focas también en horas intempestivas; los errores en la programación de la calefacción y también deficiencias en materia de seguridad. “En una ocasión vimos a un trabajador que estaba despertando a un elefante”, dijo Cabana indignado.
Trepat recordó que se está invirtiendo mucho en la mejora de las instalaciones, con el objetivo de “mejorar el bienestar animal” pero también dijo que no resulta fácil porque supone “un permanente juego de equilibrios” y defendió que hay que asumir que “cuando hay obras se producen determinadas molestias que se deben aceptar”.
Además de las quejas por el ruido que ocasionan el mantenimiento de las instalaciones y las obras para ampliar algunas jaulas, el Parque Zoológico de Barcelona también ha recibido críticas por las actividades masivas que se organizan dentro.
Antes de Navidad el Zoo fue el escenario de la fiesta infantil Ponte la gorra, que sirve para recaudar dinero para los niños con cáncer. Al día siguiente, murió Pardal, un burro catalán, una especie en peligro de extinción. “Los niños no pararon de darle comida y es posible que muriera de un empacho”, lamentó Cabana. En la fiesta se instalaron los altavoces al lado de la jaula de los monos araña y, también al día siguiente, se produjo un parto prematuro de una de las hembras.
A pesar de estos casos, según el Zoo, en este mes no se han producido más muertes que en el mismo período de otros años.
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