martes, 30 de diciembre de 2014

La otra cara de la Navidad: animales abandonados

Un animal no es un juguete. Es un ser vivo al que, abandonándolo, se condena a sufrir. Los animales callejeros saben moverse en ese entorno porque han nacido y se han criado en él, pero todo lo contrario ocurre con los animales que han crecido en un hogar y, de golpe, se ven en plena calle.
Una vez concluidas las fiestas navideñas, según datos de protectoras de animales, hasta la primavera siguiente aumenta considerablemente el abandono de mascotas.
Niños caprichosos y padres irresponsables conforman un cóctel nocivo para el bienestar del animal. Los hay que, directamente, los dejan a pie de carretera. No saben moverse por la zona y el riesgo de atropello es elevado. Otros, prefieren taparse los ojos y los dan a alguien sin cerciorarse de que realmente esa persona desee un animal porque si no es así, en breve el camino del ser vivo puede ser el mismo: la calle. Y los peores son quienes maltratan a estos animales de manera vil y cobarde.
Es necesario tomar conciencia del paso que se va a dar, que requiere de un compromiso en el cuidado del animal y su mantenimiento sanitario. Las mascotas más habituales son perros y gatos, pero también en estas fechas navideñas se regalan otras especies, como conejos, hámsters, pájaros o peces.
En este sentido, sobre todo en el caso de animales de medio acuático, a veces se regalan especies exóticas que luego son abandonadas en cualquier charca, causando problemas a las autóctonas del lugar. Incluso, a los humanos si son especies potencialmente peligrosas, como cuando abandonaron hace siete años una cría de cocodrilo en la laguna de Torrox.
Por favor, piensen detenidamente y pregunten qué supone el cuidado de un animal y si no están preparados, descártenlo.

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