Seguro que habéis oído alguna vez el refrán “la curiosidad mató al gato”. Evidentemente, ninguno de estos pequeños ha sufrido ningún daño, pero sí se han metido ellos solos en situaciones embarazosas de las que difícilmente podrían salir sin ayuda. Una recopilación que seguramente conseguirá que se te escape más de una carcajada.
“Sólo buscaba ese disco que me gusta tanto…”
“Tenía sed, que le voy a hacer”
“Menos reirte y más ayudarme”
“¿Cómo lo hace ese maldito hamster?”
“Puedo arreglarmelas sólo, no necesito tu ayuda para subir la persiana”
“Ya he encontrado el problema de su persiana, señora”
“¿Me estás diciendo que tengo un problema con la bebida?”
“Es bastante menos acogedor de lo que me pareció en un principio”
“Ouch”
“No soy una gominola”
“Me lo estaba pasando bien al principio, pero ya no”
“Uhmm… ¿huelo a barbacoa?”
“Me pareció buena idea”
“Tendrás que desayunar otra cosa, no quedan cereales”
“Creo que estoy pasado de moda”
“No tengo ni idea de cómo lo he hecho”
“Ahora sé por qué nunca me dejan subir al sofá”
“De algún modo, la puerta ha encogido”
“Tenía una ugencia, ¿vale?”
“Sólo espero que se den cuenta antes de enviarlo”
“Je, je, e… y decían que no iba a caber”
“Creo que lo estoy haciendo al revés”
“Cállate y sácame de aquí, humano”
“La otra mitad está dentro, os lo juro”
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