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La red de perreras provincial está a punto de cumplir su primer año con todas sus instalaciones en funcionamiento y el balance que hace este servicio de la Diputación de Ourense presenta datos de evolución muy positivos. Uno de ellos es el incremento de adopciones durante lo que va de este 2015 que, de mantenerse al mismo ritmo, permitirá superar la cifra de los animales que encontraron un nuevo hogar en el ejercicio anterior. «El año pasado fueron 120 y calculamos que este podremos alcanzar las 150», apunta Sindo González, el veterinario responsable de esta red provincial, que no obstante cree que la cifra puede y debe mejorarse. «Lo que nos gustaría es que, cualquier persona que esté pensando en comprarse un perro pase antes por las instalaciones de estas perreras, porque hay muchas posibilidades de que encuentre a un animal que le guste y responda a lo que está buscando; y además tener la posibilidad de darles un segundo hogar es algo muy gratificante que te hace sentirte bien», señala el director del servicio.
La invitación se hace extensiva a todos los ourensanos «porque así ven y comprueban cómo están las instalaciones y los animales, porque a veces hay ese concepto de que son lugares en los que se les maltrata o están descuidados. Recuerda que todas las instalaciones tienen acceso abierto al público y que «no es necesario pedir cita; ni cuando acudan para adoptar».
El incremento de adopciones es en parte responsable de la reducción del nivel de ocupación del último semestre. En mayo había 380 y actualmente hay 350. Y ello a pesar de que, según matiza González «este ha sido el primer verano en el que hemos notado un importante aumento de ingresos por abandono».
Curiosamente la última instalación en incorporarse, la perrera de Valdeorras es la que mejores porcentajes presenta, con 40 animales acogidos por nuevos dueños. Está ubicada en A Rúa, pero que además tienen adheridos a los municipios de O Barco, Rubiá, Larouco, Petín, Vilamartín, Vilariño de Conso, Manzaneda y San Xoán de Río. Aquí también supera la media de devoluciones a sus propietarios «porque la mayoría de los que llegan tienen chip».
En estos momentos en Valdeorras hay medio centenar de animales, mientras que Muiños tienen 60, Xinzo 80 y O Carballiño, la más grande, cuida a 140. En esa última, la ayuda de la protectora local ha sido «esencial, muy valiosa para mejorar la adopción, que gestionan ellos directamente», matiza el jefe provincial.
Este primer año con las cuatro instalaciones ya en funcionamiento permite a los responsables de la red provincial ir trazando un mapa de perfiles y singularidades de cada zona. «Por ejemplo, es más frecuente que aparezcan perros de guardia, de mayor tamaño, en O Carballiño que en Valdeorras, donde son más habituales las razas más pequeñas y ajustadas al perfil de mascota para compañía; mientras que los de caza son más habituales en Xinzo», cuenta Sindo González.
«Hemos podido devolver cerca de doscientos a sus propietarios gracias al chip»
Además de la adopción, otra de las circunstancias que ha evitado la masificación de las perreras de la red provincial, que está por debajo de la su capacidad en las cuatro instalaciones, ha sido la responsabilidad de los ourensanos. «Nos llegan muchos perdidos, pero en lo que va de año hemos podido devolver cerca de doscientos a sus propietarios gracias al chip», señala el jefe del servicio. En general no suelen llegar animales muy deteriorados, aunque «los peores casos que vemos no son los que encontramos perdidos, sino los que tienen dueños que no los cuidan y los tiene enfermos o desnutridos», apunta Sindo González. De todos modos, el responsable recuerda que «no se sacrifica a ningún animal, salvo casos puntuales y por estrictas razones humanitarias; si está muy enfermo y es irrecuperable, para evitarle el sufrimiento».
El paso por el servicio veterinario incorporado a la red es requisito habitual. Además de la primera valoración y los tratamientos que en su caso requieran, realizan castraciones. De momento llevan un centenar, mayoritariamente en machos. «Lo ideal es que todos los que van a adopción salgan castrados, aunque hemos encontrado personas que prefieren que no; sobre todo si buscan hembras para una finca en el rural. Prefieren que puedan parir en ella porque aún se mantiene la creencia de que el cachorro es más fiel a la casa y mejor guardián si nace en ella», señala.
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