Con
perros, gatos, cabras, lémures o por qué no, con la granja al completo.
Yoga o pilates con animales, aunque algunas mascotas intenten boicotear
la clase.
En ADiRA, Barcelona, la combinación es hacer ejercicio con gatos. “Catpilates” lo llaman. Es una tienda refugio donde viven 13 gatos que estuvieron en la calle y ahora viven a la espera de ser adoptados. Al compartir la clase de pilates, nos cuentan, mejoran en sociabilidad.
Octavio Villazala es adiestrador canino que exprime todo el potencial de los perros en su centro DeMontegatto, en La Coruña. Cuando acariciamos a nuestro perro, dice, y nos ponemos en común con él, llegamos a partes sensoriales de nuestro cuerpo que desconocíamos.
En Estados Unidos, el que hace furor es el yoga con cabritas al que se apuntan estrellas como Sophie Turner, la Sansa Stark de Juego de Tronos. Fue Lainey Morse, su impulsora, en 2016. En su granja, ellas le sacaron de una fuerte depresión. Se le juntó un divorcio y saber que padecía una enfermedad autoinmune. Las cabras eran las únicas que, en el bajón, le subían el ánimo. Así que pensó que si a ella le habían ayudado podrían ayudar a otros. Montaron clases de yoga en la granja y fue un éxito que, tres años después, todavía se mantiene. Va más allá de una clase, dice Lainey, es terapia para una vida feliz, sin estrés.
En ADiRA, Barcelona, la combinación es hacer ejercicio con gatos. “Catpilates” lo llaman. Es una tienda refugio donde viven 13 gatos que estuvieron en la calle y ahora viven a la espera de ser adoptados. Al compartir la clase de pilates, nos cuentan, mejoran en sociabilidad.
Octavio Villazala es adiestrador canino que exprime todo el potencial de los perros en su centro DeMontegatto, en La Coruña. Cuando acariciamos a nuestro perro, dice, y nos ponemos en común con él, llegamos a partes sensoriales de nuestro cuerpo que desconocíamos.
En Estados Unidos, el que hace furor es el yoga con cabritas al que se apuntan estrellas como Sophie Turner, la Sansa Stark de Juego de Tronos. Fue Lainey Morse, su impulsora, en 2016. En su granja, ellas le sacaron de una fuerte depresión. Se le juntó un divorcio y saber que padecía una enfermedad autoinmune. Las cabras eran las únicas que, en el bajón, le subían el ánimo. Así que pensó que si a ella le habían ayudado podrían ayudar a otros. Montaron clases de yoga en la granja y fue un éxito que, tres años después, todavía se mantiene. Va más allá de una clase, dice Lainey, es terapia para una vida feliz, sin estrés.
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