Un caracal fotografiado con una cámara trampa en el parque nacional de Kavir, en Irán. Los caracales suelen ser nocturnos y prefieren vivir en hábitats secos con poca lluvia.
Los murciélagos cola de ratón cubren el cielo en una reserva en la región montañosa de Texas. Aunque los murciélagos viven en muchos climas diferentes, es más habitual que vivan en las cuevas del paisaje árido de la región central de Texas.
Un grupo de suricatas se congrega en el desierto del Kalahari, Botsuana. Las suricatas son muy sociales y viven en grandes grupos familiares en profundas colonias subterráneas, donde pueden disfrutar de temperaturas moderadas lejos del sol.
Un íbice de Nubia macho, un tipo de cabra del desierto, sentada en una montaña en el sur de Israel. Estos animales, que se encuentran en las montañas de Oriente Medio y el norte de África, son vulnerables a la extinción. Quedan unos 1.200 ejemplares en estado salvaje.
Los canguros rojos, la especie de canguro más grande, prosperan en los hábitats desérticos abiertos de Australia. Conservan el agua reabsorbiéndola a medida que les atraviesa los riñones. También son crepusculares, lo que significa que son más activos al amanecer y al atardecer, y duermen a la sombra durante el día.
Una hiena parda lleva una cría de lobo marino en el paisaje costero desértico del parque nacional de Sperrgebiet, Namibia. Las hienas pardas suelen ser carroñeras y se alimentan de los cadáveres de presas que matan otros depredadores.
Un busardo mixto alimenta a su cría en un saguaro del desierto de Arizona. Los busardos suelen ser solitarios, pero cazan en grupo, lo que facilita capturar presas, que no abundan en el clima desértico.
Un fénec o zorro del desierto excava bajo unos matorrales por la noche en busca de presas en el desierto tunecino. Los fénecs son crepusculares, lo que les ayuda a evitar el duro calor del día. Sus grandes orejas similares a las de los murciélagos contribuyen a disipar el calor corporal y los refresca.