Especies diurnas de todo el planeta han aumentado su actividad durante la noche allí donde hay presencia humana
Animales que llevan millones de años siendo diurnos se están pasando a
la noche. Ya sean grandes o pequeños, de bosque o sabana, depredadores o
presas, especies de todo el planeta están trasladando el grueso de su
actividad al horario nocturno. Un amplio estudio señala a la expansiva
presencia humana como la causa de unos cambios que pueden trastocar la
dinámica de ecosistemas enteros.
El impacto de los humanos sobre la vida salvaje tiene muchas aristas. La más evidente es la contracción del espacio disponible para los animales a medida que la raza humana se ha ido expandiendo por el planeta. Además, estos espacios naturales son cada vez más reducidos y cuarteados y su calidad se reduce con cada infraestructura nueva que los cerca. Una de las consecuencias de todo esto es que los animales se mueven cada vez menos en las zonas con presencia humana y se refugian en zonas cada vez más reducidas. Pero hay otra forma de esconderse de los humanos: salir cuando ellos se acuestan.
Un grupo de investigadores de EE UU ha comprobado el carácter global de esta traslación de la vida animal a las horas en las que el gran depredador diurno descansa. Recopilando los resultados de decenas de estudios sobre los movimientos de unas 60 especies de mamíferos de los cinco continentes, los científicos han comprobado que, allí donde hay una perturbación humana, los mamíferos son, de media, 1,36 veces más nocturnos. Esto significa que un animal que, sin perturbaciones, distribuye por igual sus actividades entre el día y la noche, aumentaría su actividad nocturna hasta el 68%.
"Hay evidencias que sugieren que animales de todas partes están
ajustando sus patrones de actividad diaria para evitar a los humanos en
el tiempo, ya que cada vez les resulta más difícil evitarnos en el
espacio", dice la investigadora de la Universidad de California en Berkeley
(EE UU) y principal autora del estudio, Kaitlyn Gaynor. "Como las
personas son más activas por el día, los animales se están pasando a la
noche", añade. Este traslado se produce ya se trate de herbívoros o
grandes carnívoros como el tigre. El patrón se repite tanto en los
mamíferos más pequeños como la zarigüeya, como en los que pesan más de
3.500 kilogramos, como el elefante africano.
Lo más llamativo de esta revisión, publicada en la revista Science, quizá sea que los animales se están haciendo más nocturnos independientemente del nivel de peligro que supongan los humanos "Esperábamos encontrar una tendencia de aumento de la nocturnidad en las cercanías de los humanos, pero nos ha sorprendido la consistencia de los resultados, Los animales responden a todos los tipos de perturbación humana, sin importar si realmente supone una amenaza directa", añade.
El trabajo de Gaynor se apoya en decenas de estudios que usaron diversas técnicas de rastreo (balizas, collares con emisores de radio, GPS, fototrampas u observación directa) de los movimientos de los animales ante un abanico de presencias humanas, desde excursionistas a cazadores, pasando por campos de cultivo o carreteras. Uno de esos estudios rastreó a una especie tan oportunista como el zorro por tierras de Castilla-La Mancha en una serie de entornos de menor (parque nacional de Cabañeros) a mayor presencia humana (alrededores de Ciudad Real).
"Aunque es un animal crepuscular, cuanta más perturbación humana, el
zorro tendía a reducir su actividad diurna", dice el biólogo de la
Universidad de Málaga y coautor de aquel estudio,
Francisco Díaz. Para los zorros más nocturnos, se producía un desajuste
temporal con su principal presa, el conejo, eminentemente diurno. Por
fortuna para ellos, los raposos están entre los animales más
adaptativos. "Pero hay otras especies con millones de años de adaptación
a una conducta diurna que no son tan plásticos", recuerda Díaz.
Las consecuencias de este traslado a la noche de tantas especies aún son inciertas. En principio, parecería que el abandono del día en favor de los humanos facilitaría la coexistencia entre estos y los animales. Pero un cambio tan generalizado y rápido de unos patrones de actividad moldeados durante milenios puede alterar todo un ecosistema. "En el caso de los depredadores no adaptados a cazar por la noche, se podría producir un aumento de la población de los ungulados que eran sus presas, lo que afectaría a la disponibilidad de cubierta vegetal, produciéndose un efecto en cascada", comenta la investigadora de la Universidad Radboud, de Nimega (Países Bajos), Ana Benítez.
Para la ecóloga española, que también ha investigado los distintos impactos humanos sobre la vida animal, lo más relevante de esta investigación es que confirma una hipótesis planteada en los años 60 por el biólogo Fritz R. Walther: "Los animales responden igual ante los humanos, siempre nos ven como depredadores", comenta. Eso lleva a plantearse si el impacto de un cazador puede ser el mismo que el de un excursionista amante de la naturaleza. Para Gaynor, su investigación "sugiere que basta nuestra mera presencia para interferir en los patrones naturales de conducta",.
El impacto de los humanos sobre la vida salvaje tiene muchas aristas. La más evidente es la contracción del espacio disponible para los animales a medida que la raza humana se ha ido expandiendo por el planeta. Además, estos espacios naturales son cada vez más reducidos y cuarteados y su calidad se reduce con cada infraestructura nueva que los cerca. Una de las consecuencias de todo esto es que los animales se mueven cada vez menos en las zonas con presencia humana y se refugian en zonas cada vez más reducidas. Pero hay otra forma de esconderse de los humanos: salir cuando ellos se acuestan.
Un grupo de investigadores de EE UU ha comprobado el carácter global de esta traslación de la vida animal a las horas en las que el gran depredador diurno descansa. Recopilando los resultados de decenas de estudios sobre los movimientos de unas 60 especies de mamíferos de los cinco continentes, los científicos han comprobado que, allí donde hay una perturbación humana, los mamíferos son, de media, 1,36 veces más nocturnos. Esto significa que un animal que, sin perturbaciones, distribuye por igual sus actividades entre el día y la noche, aumentaría su actividad nocturna hasta el 68%.
En conjunto, los mamíferos se vuelven 1,36 veces más nocturnos en presencia de perturbaciones humanas
Lo más llamativo de esta revisión, publicada en la revista Science, quizá sea que los animales se están haciendo más nocturnos independientemente del nivel de peligro que supongan los humanos "Esperábamos encontrar una tendencia de aumento de la nocturnidad en las cercanías de los humanos, pero nos ha sorprendido la consistencia de los resultados, Los animales responden a todos los tipos de perturbación humana, sin importar si realmente supone una amenaza directa", añade.
El trabajo de Gaynor se apoya en decenas de estudios que usaron diversas técnicas de rastreo (balizas, collares con emisores de radio, GPS, fototrampas u observación directa) de los movimientos de los animales ante un abanico de presencias humanas, desde excursionistas a cazadores, pasando por campos de cultivo o carreteras. Uno de esos estudios rastreó a una especie tan oportunista como el zorro por tierras de Castilla-La Mancha en una serie de entornos de menor (parque nacional de Cabañeros) a mayor presencia humana (alrededores de Ciudad Real).
"Los animales están ajustando sus patrones de actividad diaria para evitar a los humanos en el tiempo"
Kaitlyn Gaynor, bióloga de la Universidad de California en Berkeley
Las consecuencias de este traslado a la noche de tantas especies aún son inciertas. En principio, parecería que el abandono del día en favor de los humanos facilitaría la coexistencia entre estos y los animales. Pero un cambio tan generalizado y rápido de unos patrones de actividad moldeados durante milenios puede alterar todo un ecosistema. "En el caso de los depredadores no adaptados a cazar por la noche, se podría producir un aumento de la población de los ungulados que eran sus presas, lo que afectaría a la disponibilidad de cubierta vegetal, produciéndose un efecto en cascada", comenta la investigadora de la Universidad Radboud, de Nimega (Países Bajos), Ana Benítez.
Para la ecóloga española, que también ha investigado los distintos impactos humanos sobre la vida animal, lo más relevante de esta investigación es que confirma una hipótesis planteada en los años 60 por el biólogo Fritz R. Walther: "Los animales responden igual ante los humanos, siempre nos ven como depredadores", comenta. Eso lleva a plantearse si el impacto de un cazador puede ser el mismo que el de un excursionista amante de la naturaleza. Para Gaynor, su investigación "sugiere que basta nuestra mera presencia para interferir en los patrones naturales de conducta",.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: https://www.elcomercio.com/tendencias/animales-nocturnos-sobrevivir-habitat-conservacion.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
En los sitios cercanos a áreas pobladas, los animales realizan hasta un 90% de sus actividades durante la oscuridad. Foto: AFP
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En los sitios cercanos a
áreas pobladas, los animales realizan hasta un 90% de sus actividades
durante la oscuridad. Foto: AFP
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90% de sus actividades durante la oscuridad. Foto: AFP
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Redacción Tendencias
LEA TAMBIÉN
Las actividades humanas están obligando a los animales a modificar sus
hábitos. Osos, leopardos, jabalíes y lobos son algunos de los
principales afectados por el avance de las zonas pobladas y la reducción
de los bosques.
Un estudio publicado recientemente en la revista Science muestra los
impactos directos de los humanos sobre las especies de vida silvestre.
Ya sean actitudes agresivas, como las actividades extractivas, o
comportamientos inofensivos, como el turismo, la presencia de las
personas está causando que los animales adopten hábitos más nocturnos.
El reporte a cargo de un grupo de científicos estadounidenses muestra
que en las zonas donde hay más presencia humana, los animales ahora son
1,36 veces más nocturnos que antes. Esto significa que el 68% de sus
actividades se lleva a cabo en la oscuridad, a diferencia de las
especies que habitan en zonas deshabitadas o más lejanas, quienes
realizan solo el 50% de sus acciones en horas de la noche.
Kaitlyn Gaynor, investigadora de la Universidad de California en
Berkeley y autora principal del estudio, explica que, aunque esperaban
una tendencia hacia el incremento de la vida nocturna, se sorprendieron
por la consistencia de los resultados. De los 144 casos estudiados, en
el 83% se pudieron evidenciar claramente estos patrones.
Los jabalíes en Polonia son unos de los más afectados. Foto: Tobias
Schwarz/AFP
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Los jabalíes en Polonia son unos de los más afectados. Foto: Tobias
Schwarz/AFP
“Solo nuestra presencia ya es motivo para que los animales modifiquen
sus hábitos de conducta”, dice Gaynor, quien se esforzó en demostrar que
este fenómeno se repite en todas las regiones del mundo. Su motivación
principal para realizar este estudio fue mostrar los impactos que los
humanos están causando en las especies, más allá de la destrucción del
hábitat o la caza.
“Estamos llevando a los mamíferos nuevamente a la oscuridad”, explica la
investigadora. En el pasado, estas especies eran nocturnas debido al
temor de encontrarse con los dinosaurios, su mayor amenaza, durante el
día. Solo después de su extinción, los mamíferos volvieron a explorar el
mundo en las mañanas. Ahora que los humanos se han convertido en sus
mayores depredadores, los animales nuevamente perciben a la oscuridad
como un refugio para estar a salvo.
El oso malayo es uno de los principales ejemplos. En los hábitats menos
intervenidos de Indonesia, estos animales realizan un 19% de sus
actividades en la noche, a diferencia de las zonas más perturbadas,
donde el 90% de su agenda se lleva a cabo en la oscuridad.
Algo similar ocurre con los leopardos en Gabón (África). En áreas libres
de caza, estos animales realizan el 46% de sus acciones en la noche,
mientras que en las zonas donde hay cacería la cifra sube al 93%.
En países como Polonia, los jabalíes que viven en el bosque destinan el
48% de su tiempo a las actividades nocturnas, a diferencia de los que
están en el área metropolitana, los cuales llevan a cabo el 90% de sus
acciones en la noche.
Las consecuencias de estos cambios de comportamiento en las poblaciones
de animales y en cada espécimen aún no son claras. Según la
investigadora, este fenómeno puede ocasionar que tengan inconvenientes
para encontrar su comida, no puedan escapar de sus predadores, tengan
nuevos competidores o se les dificulte comunicarse con otros de su
especie en la oscuridad. Incluso, sus ciclos de reproducción podrían
modificarse.
Este cambio de comportamiento de los animales también refleja un
mecanismo de supervivencia. Existen especies que podrían cambiar sus
hábitos para convivir con los humanos, sin necesidad de extinguirse.
Gaynor dice que hace falta mayor investigación para conocer si estas
modificaciones de comportamiento están teniendo consecuencias negativas
para las especies vulnerables o si, por otro lado, están desarrollando
formas de coexistir con las interferencias humanas en los ecosistemas.
Para los investigadores lo más importante es preservar áreas libres de
la huella de las personas, ya que no todos los animales pueden cambiar
sus hábitos para sobrevivir.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: https://www.elcomercio.com/tendencias/animales-nocturnos-sobrevivir-habitat-conservacion.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
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En los sitios cercanos a áreas pobladas, los animales realizan hasta un
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Las actividades humanas están obligando a los animales a modificar sus
hábitos. Osos, leopardos, jabalíes y lobos son algunos de los
principales afectados por el avance de las zonas pobladas y la reducción
de los bosques.
Un estudio publicado recientemente en la revista Science muestra los
impactos directos de los humanos sobre las especies de vida silvestre.
Ya sean actitudes agresivas, como las actividades extractivas, o
comportamientos inofensivos, como el turismo, la presencia de las
personas está causando que los animales adopten hábitos más nocturnos.
El reporte a cargo de un grupo de científicos estadounidenses muestra
que en las zonas donde hay más presencia humana, los animales ahora son
1,36 veces más nocturnos que antes. Esto significa que el 68% de sus
actividades se lleva a cabo en la oscuridad, a diferencia de las
especies que habitan en zonas deshabitadas o más lejanas, quienes
realizan solo el 50% de sus acciones en horas de la noche.
Kaitlyn Gaynor, investigadora de la Universidad de California en
Berkeley y autora principal del estudio, explica que, aunque esperaban
una tendencia hacia el incremento de la vida nocturna, se sorprendieron
por la consistencia de los resultados. De los 144 casos estudiados, en
el 83% se pudieron evidenciar claramente estos patrones.
Los jabalíes en Polonia son unos de los más afectados. Foto: Tobias
Schwarz/AFP
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Los jabalíes en Polonia son unos de los más afectados. Foto: Tobias
Schwarz/AFP
“Solo nuestra presencia ya es motivo para que los animales modifiquen
sus hábitos de conducta”, dice Gaynor, quien se esforzó en demostrar que
este fenómeno se repite en todas las regiones del mundo. Su motivación
principal para realizar este estudio fue mostrar los impactos que los
humanos están causando en las especies, más allá de la destrucción del
hábitat o la caza.
“Estamos llevando a los mamíferos nuevamente a la oscuridad”, explica la
investigadora. En el pasado, estas especies eran nocturnas debido al
temor de encontrarse con los dinosaurios, su mayor amenaza, durante el
día. Solo después de su extinción, los mamíferos volvieron a explorar el
mundo en las mañanas. Ahora que los humanos se han convertido en sus
mayores depredadores, los animales nuevamente perciben a la oscuridad
como un refugio para estar a salvo.
El oso malayo es uno de los principales ejemplos. En los hábitats menos
intervenidos de Indonesia, estos animales realizan un 19% de sus
actividades en la noche, a diferencia de las zonas más perturbadas,
donde el 90% de su agenda se lleva a cabo en la oscuridad.
Algo similar ocurre con los leopardos en Gabón (África). En áreas libres
de caza, estos animales realizan el 46% de sus acciones en la noche,
mientras que en las zonas donde hay cacería la cifra sube al 93%.
En países como Polonia, los jabalíes que viven en el bosque destinan el
48% de su tiempo a las actividades nocturnas, a diferencia de los que
están en el área metropolitana, los cuales llevan a cabo el 90% de sus
acciones en la noche.
Las consecuencias de estos cambios de comportamiento en las poblaciones
de animales y en cada espécimen aún no son claras. Según la
investigadora, este fenómeno puede ocasionar que tengan inconvenientes
para encontrar su comida, no puedan escapar de sus predadores, tengan
nuevos competidores o se les dificulte comunicarse con otros de su
especie en la oscuridad. Incluso, sus ciclos de reproducción podrían
modificarse.
Este cambio de comportamiento de los animales también refleja un
mecanismo de supervivencia. Existen especies que podrían cambiar sus
hábitos para convivir con los humanos, sin necesidad de extinguirse.
Gaynor dice que hace falta mayor investigación para conocer si estas
modificaciones de comportamiento están teniendo consecuencias negativas
para las especies vulnerables o si, por otro lado, están desarrollando
formas de coexistir con las interferencias humanas en los ecosistemas.
Para los investigadores lo más importante es preservar áreas libres de
la huella de las personas, ya que no todos los animales pueden cambiar
sus hábitos para sobrevivir.
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