Las protectoras y refugios de animales paralizan la adopción
de gatos completamente blancos o negros en las fechas próximas a la celebración
de Halloween ya que, según informa Levante-EMV, existen grupos minoritarios en
España que practican rituales satánicos en estas fechas que incluyen el sacrificio de estos animales.
Existen grupos satánicos en España, eso sí, minoritarios,
que celebran Halloween derramando sangre de gatos completamente negros o
blancos para invocar el mal a alguna persona. Parece que se trata de una
historia rocambolesca de una película de terror, pero lo cierto es que las
protectoras de animales han tomado medidas y muchas de ellas paralizan la
adopción de estos felinos para evitar este aberrante maltrato animal.
Según informaLevante-EMV, las protectoras y asociaciones
animalistas apuntan que se sacrifican gatos completamente blancos o negros, sin
ninguna mancha y vírgenes. Lo que se buscan en ellos es la "pureza", por lo que
nunca son mayores de seis meses.
Su macabro procedimiento consiste en montar altares en los
que el felino es degollado con velas coronando el retablo de color negro y
blanco: si se desea el bien a alguien las velas son impares y si por lo
contrario se desea el mal deben ser impares.
San Guinefort quizás sea uno de los santos más sorprendentes del cristianismo.
Este santo único del siglo XIII ni siquiera era un ser humano, sino un galgo.
Tras haber protegido valientemente a un bebé en un episodio que acabó
con la muerte del animal, y por los rumores de milagros acaecidos en su
lugar de enterramiento, Guinefort fue declarado ‘santo para la
protección de los niños.’
El perro de San Roque
Según crónicas de la época, la historia de San Guinefort empieza con la
de San Roque, santo patrón de los perros. A lo largo de su vida, San
Roque cuidó de enfermos.
Su interacción con ellos, sin embargo, tuvo finalmente como resultado que el santo acabara siendo víctima a su vez de la peste.
Fue entonces expulsado y confinado en un bosque, donde se le abandonó
para que muriera. Fue entonces cuando el perro de San Roque, al parecer
de nombre Guinefort, llevó comida al santo hasta que éste se curó.
Tras la muerte de San Roque, su perro fue adoptado por una familia de la nobleza.
Aunque
parece ser un vínculo lógico, el inconveniente de asociar a San Roque
con San Guinefort es que el relato del perro-santo tuvo su origen en el
siglo XIII, mientras que San Roque vivió en el siglo XIV, lo que hace
bastante improbable que ambos personajes se conocieran.
La historia de Guinefort la encontramos en una obra conocida como De
Supersticione , escrita por Esteban de Borbón, historiador e inquisidor
medieval que vivió en el siglo XIII.
De Borbón da testimonio de que se topó con la historia de San Guinefort
cuando se encontraba en Lyon, Francia, donde estaba “predicando allí
contra la brujería y escuchando confesiones”.
En este tiempo oyó a muchas mujeres confesar que llevaban a sus hijos a
San Guinefort, de modo que decidió investigar más profundamente esta
devoción.
De Borbón descubrió que San Guinefort fue un galgo que había pertenecido a cierto señor feudal propietario de un castillo.
Este castillo se encontraba en las tierras que pertenecían al señor de Villars-en-Dombe, cerca de un lugar llamado Villeneuve.
El señor del castillo tenía una esposa y un hijo de muy corta edad.
Cierto día, el señor, su esposa y la niñera del bebé se encontraban
fuera del hogar familiar, habiendo dejado al bebé en su cuna.
Durante el tiempo que pasaron fuera, una serpiente –símbolo tradicional
del mal en aquella época– entró en la casa y empezó a acercarse
lentamente al niño. Guinefort, que había quedado al cuidado del bebé,
vio la serpiente y la atacó.
Tras la lucha subsiguiente, el galgo consiguió matar a la serpiente y
arrojar el cuerpo sin vida del reptil lejos de la cuna. La sangre de la
serpiente, no obstante, había manchado la cuna, además de la cabeza y la
boca del perro.
Cuando
volvió la niñera encontró sangre por todas partes. Pensando que
Guinefort había dado muerte y devorado al niño, lanzó un fuerte grito
que alertó a la madre del pequeño.
Cuando ésta acudió y vio la escena con sus propios ojos también chilló, lo que atrajo a su marido a la habitación.
El señor desenvainó entonces su espada y dio muerte al perro,
decapitándolo. Cuando los tres se acercaron a la cuna observaron que el
niño no estaba herido y parecía dormir plácidamente.
También vieron el cadáver de la serpiente a la que había dado muerte Guinefort.
Avergonzados por lo que le habían hecho a su fiel perro, arrojaron el
cuerpo del pobre animal a un pozo situado ante las puertas del castillo,
colocaron un gran montón de piedras sobre su cadáver y plantaron
algunos árboles cerca del pozo para honrar su memoria.
La serpiente yace hecha pedazos junto a la cuna del niño mientras el padre del pequeño decapita a Guinefort. ( Public Domain )
Venerado como mártir
Solo fue más tarde cuando los campesinos de la zona supieron de la
historia del perro y empezaron a visitar el lugar, venerando al perro
como mártir con la esperanza de que intercediera por ellos.
De Borbón dice de estos aldeanos que “eran seducidos y a menudo
engañados por el Diablo, que esperaba de este modo conducir a los
hombres al error.”
Sin
embargo, se tuvo noticia de numerosos milagros ocurridos junto a la
tumba del animal, por lo que finalmente las gentes del lugar declararon
al perro santo protector de los niños.
San Guinefort moribundo tras haber dado muerte a la serpiente.
Aunque San Guinefort no ha sido nunca reconocido por la Iglesia Católica
(la obra de Esteban de Borbón, por ejemplo, pone de manifiesto el tipo
de oposición que planteaba en casos así la jerarquía eclesiástica), los
fieles seguidores del santo de cuatro patas le han seguido rindiendo
homenaje desde entonces hasta nuestros días.
Imagen de portada: Ilustración de la historia de San Guinefort. ( Adam Davis )
Especies diurnas de todo el planeta han aumentado su actividad durante la noche allí donde hay presencia humana
Animales que llevan millones de años siendo diurnos se están pasando a
la noche. Ya sean grandes o pequeños, de bosque o sabana, depredadores o
presas, especies de todo el planeta están trasladando el grueso de su
actividad al horario nocturno. Un amplio estudio señala a la expansiva
presencia humana como la causa de unos cambios que pueden trastocar la
dinámica de ecosistemas enteros.
El impacto de los humanos sobre la vida salvaje tiene muchas aristas. La más evidente es la contracción del espacio disponible
para los animales a medida que la raza humana se ha ido expandiendo por
el planeta. Además, estos espacios naturales son cada vez más reducidos
y cuarteados y su calidad se reduce con cada infraestructura nueva que los cerca. Una de las consecuencias de todo esto es que los animales se mueven cada vez menos
en las zonas con presencia humana y se refugian en zonas cada vez más
reducidas. Pero hay otra forma de esconderse de los humanos: salir
cuando ellos se acuestan.
Un grupo de investigadores de EE UU ha comprobado el carácter global
de esta traslación de la vida animal a las horas en las que el gran
depredador diurno descansa. Recopilando los resultados de decenas de
estudios sobre los movimientos de unas 60 especies de mamíferos de los
cinco continentes, los científicos han comprobado que, allí donde hay
una perturbación humana, los mamíferos son, de media, 1,36 veces más
nocturnos. Esto significa que un animal que, sin perturbaciones,
distribuye por igual sus actividades entre el día y la noche, aumentaría
su actividad nocturna hasta el 68%.
En conjunto, los mamíferos se vuelven 1,36 veces más nocturnos en presencia de perturbaciones humanas
"Hay evidencias que sugieren que animales de todas partes están
ajustando sus patrones de actividad diaria para evitar a los humanos en
el tiempo, ya que cada vez les resulta más difícil evitarnos en el
espacio", dice la investigadora de la Universidad de California en Berkeley
(EE UU) y principal autora del estudio, Kaitlyn Gaynor. "Como las
personas son más activas por el día, los animales se están pasando a la
noche", añade. Este traslado se produce ya se trate de herbívoros o
grandes carnívoros como el tigre. El patrón se repite tanto en los
mamíferos más pequeños como la zarigüeya, como en los que pesan más de
3.500 kilogramos, como el elefante africano.
Lo más llamativo de esta revisión, publicada en la revista Science,
quizá sea que los animales se están haciendo más nocturnos
independientemente del nivel de peligro que supongan los humanos
"Esperábamos encontrar una tendencia de aumento de la nocturnidad en las
cercanías de los humanos, pero nos ha sorprendido la consistencia de
los resultados, Los animales responden a todos los tipos de perturbación
humana, sin importar si realmente supone una amenaza directa", añade.
El trabajo de Gaynor se apoya en decenas de estudios que usaron
diversas técnicas de rastreo (balizas, collares con emisores de radio,
GPS, fototrampas u observación directa) de los movimientos de
los animales ante un abanico de presencias humanas, desde excursionistas
a cazadores, pasando por campos de cultivo o carreteras. Uno de esos
estudios rastreó a una especie tan oportunista como el zorro por tierras
de Castilla-La Mancha en una serie de entornos de menor (parque
nacional de Cabañeros) a mayor presencia humana (alrededores de Ciudad
Real).
"Los animales están ajustando sus patrones de actividad diaria para evitar a los humanos en el tiempo"
Kaitlyn Gaynor, bióloga de la Universidad de California en Berkeley
"Aunque es un animal crepuscular, cuanta más perturbación humana, el
zorro tendía a reducir su actividad diurna", dice el biólogo de la
Universidad de Málaga y coautor de aquel estudio,
Francisco Díaz. Para los zorros más nocturnos, se producía un desajuste
temporal con su principal presa, el conejo, eminentemente diurno. Por
fortuna para ellos, los raposos están entre los animales más
adaptativos. "Pero hay otras especies con millones de años de adaptación
a una conducta diurna que no son tan plásticos", recuerda Díaz.
Las consecuencias de este traslado a la noche de tantas especies aún
son inciertas. En principio, parecería que el abandono del día en favor
de los humanos facilitaría la coexistencia entre estos y los animales.
Pero un cambio tan generalizado y rápido de unos patrones de actividad
moldeados durante milenios puede alterar todo un ecosistema. "En el caso
de los depredadores no adaptados a cazar por la noche, se podría
producir un aumento de la población de los ungulados que eran sus
presas, lo que afectaría a la disponibilidad de cubierta vegetal,
produciéndose un efecto en cascada", comenta la investigadora de la
Universidad Radboud, de Nimega (Países Bajos), Ana Benítez.
Para la ecóloga española, que también ha investigado los distintos impactos humanos sobre la vida animal,
lo más relevante de esta investigación es que confirma una hipótesis
planteada en los años 60 por el biólogo Fritz R. Walther: "Los animales
responden igual ante los humanos, siempre nos ven como depredadores",
comenta. Eso lleva a plantearse si el impacto de un cazador puede ser el
mismo que el de un excursionista amante de la naturaleza. Para Gaynor,
su investigación "sugiere que basta nuestra mera presencia para
interferir en los patrones naturales de conducta",.
En los sitios cercanos a áreas pobladas, los animales realizan hasta un 90% de sus actividades durante la oscuridad.
En los sitios cercanos a
áreas pobladas, los animales realizan hasta un 90% de sus actividades
durante la oscuridad. Foto: AFP
En los sitios cercanos a áreas pobladas, los animales realizan hasta un
90% de sus actividades durante la oscuridad. Foto: AFP
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LEA TAMBIÉN
Las actividades humanas están obligando a los animales a modificar sus
hábitos. Osos, leopardos, jabalíes y lobos son algunos de los
principales afectados por el avance de las zonas pobladas y la reducción
de los bosques.
Un estudio publicado recientemente en la revista Science muestra los
impactos directos de los humanos sobre las especies de vida silvestre.
Ya sean actitudes agresivas, como las actividades extractivas, o
comportamientos inofensivos, como el turismo, la presencia de las
personas está causando que los animales adopten hábitos más nocturnos.
El reporte a cargo de un grupo de científicos estadounidenses muestra
que en las zonas donde hay más presencia humana, los animales ahora son
1,36 veces más nocturnos que antes. Esto significa que el 68% de sus
actividades se lleva a cabo en la oscuridad, a diferencia de las
especies que habitan en zonas deshabitadas o más lejanas, quienes
realizan solo el 50% de sus acciones en horas de la noche.
Kaitlyn Gaynor, investigadora de la Universidad de California en
Berkeley y autora principal del estudio, explica que, aunque esperaban
una tendencia hacia el incremento de la vida nocturna, se sorprendieron
por la consistencia de los resultados. De los 144 casos estudiados, en
el 83% se pudieron evidenciar claramente estos patrones.
Los jabalíes en Polonia son unos de los más afectados. Foto: Tobias
Schwarz/AFP
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Los jabalíes en Polonia son unos de los más afectados. Foto: Tobias
Schwarz/AFP
“Solo nuestra presencia ya es motivo para que los animales modifiquen
sus hábitos de conducta”, dice Gaynor, quien se esforzó en demostrar que
este fenómeno se repite en todas las regiones del mundo. Su motivación
principal para realizar este estudio fue mostrar los impactos que los
humanos están causando en las especies, más allá de la destrucción del
hábitat o la caza.
“Estamos llevando a los mamíferos nuevamente a la oscuridad”, explica la
investigadora. En el pasado, estas especies eran nocturnas debido al
temor de encontrarse con los dinosaurios, su mayor amenaza, durante el
día. Solo después de su extinción, los mamíferos volvieron a explorar el
mundo en las mañanas. Ahora que los humanos se han convertido en sus
mayores depredadores, los animales nuevamente perciben a la oscuridad
como un refugio para estar a salvo.
El oso malayo es uno de los principales ejemplos. En los hábitats menos
intervenidos de Indonesia, estos animales realizan un 19% de sus
actividades en la noche, a diferencia de las zonas más perturbadas,
donde el 90% de su agenda se lleva a cabo en la oscuridad.
Algo similar ocurre con los leopardos en Gabón (África). En áreas libres
de caza, estos animales realizan el 46% de sus acciones en la noche,
mientras que en las zonas donde hay cacería la cifra sube al 93%.
En países como Polonia, los jabalíes que viven en el bosque destinan el
48% de su tiempo a las actividades nocturnas, a diferencia de los que
están en el área metropolitana, los cuales llevan a cabo el 90% de sus
acciones en la noche.
Las consecuencias de estos cambios de comportamiento en las poblaciones
de animales y en cada espécimen aún no son claras. Según la
investigadora, este fenómeno puede ocasionar que tengan inconvenientes
para encontrar su comida, no puedan escapar de sus predadores, tengan
nuevos competidores o se les dificulte comunicarse con otros de su
especie en la oscuridad. Incluso, sus ciclos de reproducción podrían
modificarse.
Este cambio de comportamiento de los animales también refleja un
mecanismo de supervivencia. Existen especies que podrían cambiar sus
hábitos para convivir con los humanos, sin necesidad de extinguirse.
Gaynor dice que hace falta mayor investigación para conocer si estas
modificaciones de comportamiento están teniendo consecuencias negativas
para las especies vulnerables o si, por otro lado, están desarrollando
formas de coexistir con las interferencias humanas en los ecosistemas.
Para los investigadores lo más importante es preservar áreas libres de
la huella de las personas, ya que no todos los animales pueden cambiar
sus hábitos para sobrevivir.
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En los sitios cercanos a áreas pobladas, los animales realizan hasta un
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Las actividades humanas están obligando a los animales a modificar sus
hábitos. Osos, leopardos, jabalíes y lobos son algunos de los
principales afectados por el avance de las zonas pobladas y la reducción
de los bosques.
Un estudio publicado recientemente en la revista Science muestra los
impactos directos de los humanos sobre las especies de vida silvestre.
Ya sean actitudes agresivas, como las actividades extractivas, o
comportamientos inofensivos, como el turismo, la presencia de las
personas está causando que los animales adopten hábitos más nocturnos.
El reporte a cargo de un grupo de científicos estadounidenses muestra
que en las zonas donde hay más presencia humana, los animales ahora son
1,36 veces más nocturnos que antes. Esto significa que el 68% de sus
actividades se lleva a cabo en la oscuridad, a diferencia de las
especies que habitan en zonas deshabitadas o más lejanas, quienes
realizan solo el 50% de sus acciones en horas de la noche.
Kaitlyn Gaynor, investigadora de la Universidad de California en
Berkeley y autora principal del estudio, explica que, aunque esperaban
una tendencia hacia el incremento de la vida nocturna, se sorprendieron
por la consistencia de los resultados. De los 144 casos estudiados, en
el 83% se pudieron evidenciar claramente estos patrones.
Los jabalíes en Polonia son unos de los más afectados. Foto: Tobias
Schwarz/AFP
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Los jabalíes en Polonia son unos de los más afectados. Foto: Tobias
Schwarz/AFP
“Solo nuestra presencia ya es motivo para que los animales modifiquen
sus hábitos de conducta”, dice Gaynor, quien se esforzó en demostrar que
este fenómeno se repite en todas las regiones del mundo. Su motivación
principal para realizar este estudio fue mostrar los impactos que los
humanos están causando en las especies, más allá de la destrucción del
hábitat o la caza.
“Estamos llevando a los mamíferos nuevamente a la oscuridad”, explica la
investigadora. En el pasado, estas especies eran nocturnas debido al
temor de encontrarse con los dinosaurios, su mayor amenaza, durante el
día. Solo después de su extinción, los mamíferos volvieron a explorar el
mundo en las mañanas. Ahora que los humanos se han convertido en sus
mayores depredadores, los animales nuevamente perciben a la oscuridad
como un refugio para estar a salvo.
El oso malayo es uno de los principales ejemplos. En los hábitats menos
intervenidos de Indonesia, estos animales realizan un 19% de sus
actividades en la noche, a diferencia de las zonas más perturbadas,
donde el 90% de su agenda se lleva a cabo en la oscuridad.
Algo similar ocurre con los leopardos en Gabón (África). En áreas libres
de caza, estos animales realizan el 46% de sus acciones en la noche,
mientras que en las zonas donde hay cacería la cifra sube al 93%.
En países como Polonia, los jabalíes que viven en el bosque destinan el
48% de su tiempo a las actividades nocturnas, a diferencia de los que
están en el área metropolitana, los cuales llevan a cabo el 90% de sus
acciones en la noche.
Las consecuencias de estos cambios de comportamiento en las poblaciones
de animales y en cada espécimen aún no son claras. Según la
investigadora, este fenómeno puede ocasionar que tengan inconvenientes
para encontrar su comida, no puedan escapar de sus predadores, tengan
nuevos competidores o se les dificulte comunicarse con otros de su
especie en la oscuridad. Incluso, sus ciclos de reproducción podrían
modificarse.
Este cambio de comportamiento de los animales también refleja un
mecanismo de supervivencia. Existen especies que podrían cambiar sus
hábitos para convivir con los humanos, sin necesidad de extinguirse.
Gaynor dice que hace falta mayor investigación para conocer si estas
modificaciones de comportamiento están teniendo consecuencias negativas
para las especies vulnerables o si, por otro lado, están desarrollando
formas de coexistir con las interferencias humanas en los ecosistemas.
Para los investigadores lo más importante es preservar áreas libres de
la huella de las personas, ya que no todos los animales pueden cambiar
sus hábitos para sobrevivir.
Los investigadores han descubierto un conjunto de neuronas previamente
desconocidas que permiten a los animales controlar perfectamente el
espacio y el tiempo en su cerebro.
El potente olfato de los perros es sensible al isopreno, un compuesto presente en el aliento
Un nuevo estudio de la Northwestern University ha demostrado que
los animales pueden saber qué hora es. Al examinar la corteza entorrinal
medial, parte del cerebro relacionada con la memoria, los
investigadores han descubierto un conjunto de neuronas previamente
desconocidas que se encienden como un reloj cuando un animal está
esperando.
"¿Sabe su perro que tardó el doble de tiempo en obtener
su comida en relación a ayer? No había una buena respuesta para eso
antes", asegura Daniel Dombeck, director del estudio. "Este es uno de
los experimentos más convincentes para demostrar que los animales realmente tienen una representación explícita del tiempo en sus cerebros cuando se los desafía a medir un intervalo de tiempo".
La
investigación ha sido publicada en la revista Nature Neuroscience.
Dombeck es profesor de neurobiología en la Facultad de Artes y Ciencias
de Northwestern .
Al planificar el estudio, el equipo de Dombeck
se centró en la corteza entorrinal medial, un área ubicada en el lóbulo
temporal del cerebro que se asocia con la memoria y la navegación.
Debido a que esa parte del cerebro codifica información espacial en
memorias episódicas, Dombeck planteó la hipótesis de que el área también
podría ser responsable de la codificación del tiempo.
"Cada
recuerdo es un poco diferente", dijo James Heys, miembro del equipo de
Dombeck . "Pero hay dos características centrales para todos los
recuerdos episódicos: espacio y tiempo. Siempre suceden en un entorno
particular y siempre están estructurados en el tiempo".
Para demostrar su hipótesis, los investigadores organizaron un experimento denominado tarea virtual de "parada de la puerta".
En el experimento, un ratón tiene que hacer girar una rueda en un
entorno de realidad virtual. El ratón aprende a correr por un pasillo
hasta una puerta que se encuentra aproximadamente a la mitad del camino.
Después de seis segundos, la puerta se abre, permitiendo que el roedor
continúe por el pasillo para recibir su recompensa.
Después de
ejecutar varias sesiones de entrenamiento, los investigadores hicieron
la puerta invisible en la escena de realidad virtual. En el nuevo
escenario, el ratón aún sabía dónde se encontraba la 'puerta' ahora
invisible, basada en las texturas cambiantes del piso. Y seguía
esperando seis segundos en la 'puerta' antes de correr para recoger su
recompensa.
Al usar la realidad virtual, Dombeck y su equipo
pueden controlar perfectamente los factores que pueden influir, como el
sonido de la apertura de la puerta. "No podríamos hacer la puerta
completamente invisible en un entorno real", explica el científico.
Pero Dombeck y su equipo llevaron el experimento un paso más allá al visualizar la actividad cerebral de los ratones utilizando
la microscopía de dos fotones, que permite obtener imágenes avanzadas
del cerebro de alta resolución. "A medida que los animales corren a lo
largo de la pista y llegan a la puerta invisible, vemos las celdas que
controlan la codificación espacial encenderse", explica.
Los
científicos notaron que estas "celdas de tiempo" no se activaron durante
la ejecución activa, solo durante el descanso. "No solo las células
están activas durante el reposo", dijo, "sino que realmente codifican el tiempo que el animal ha estado descansando".
Adoptar un perro de un refugio es una responsabilidad que no solo
cambiará la vida de la criatura que llevarás a tu casa, sino también
la tuya. Este autor de cómics sabe esto de primera mano. Él contó
su historia de cómo un perro vagabundo se convirtió en parte
de su familia. Juntos ya han pasado por muchas cosas y, aunque a veces
su mascota hace travesuras, él sabe que cada almohada rota en muchos
pedazos vale ese amor infinito, el cual los animales son capaces
de sentir.
El
mejor amigo del hombre también le entiende. Un nuevo estudio realizado
por científicos húngaros confirma lo que ya se lleva años sospechando
Los perros entienden a la perfección todo lo que les decimos.
La ciencia acaba de demostrar lo que antes podía pecar de ser una
fantasía o una mera intuición. Incluso pueden llegar a procesar la
palabra hablada de manera similar a los humanos, y hasta en el mismo área del cerebro, aseguran los científicos.
El mejor amigo del hombre también es su confidente más personal. Ahora, ya sabemos por qué es uno
de los animales a los que se entrena de una forma tan fácil y
gratificante. ¿Qué sería de nosotros sin los perros? Especialmente entre aquellas personas que encuentran dificultades para desenvolverse por sí mismas, como los ciegos. Lo que había permanecido en la más pura incógnita, por fin tiene una argumentación científica: sí, los perros entienden perfectamente todo lo que hablamos.
Es obvio que los perros entienden lo que les decimos; al fin y al cabo, pueden aprender a seguir nuestras órdenes verbales
El experimento se llevó a cabo en una docena de canes colocados en un escáner de resonancia magnética con el objetivo de monitorizar su materia gris mientras jugaban con juguetes. Publicado en 'Frontiers in Neuroscience', los canes fueron entrenados durante meses para recoger dos juguetes de un montón,
diferenciados por las texturas, y solo con decir su nombre. Uno de
ellos blando, como un animal de peluche, y el otro duro y de goma, para
facilitar su diferenciación. ¿El resultado? Varias áreas del cerebro se iluminaron
cuando el equipo empleó las palabras justas para definir los objetos.
El cerebro del animal distinguió los juguetes sin fallo alguno.
El experimento resultó todo un éxito. Tras buscarlos y encontrarlos, los animales fueron premiados con vítores y premios de
lo que evidentemente les gusta más a ellos: la comida. Una vez que se
repitieron los intentos de forma satisfactoria, los científicos les
hicieron tumbarse en el escáner mientras el dueño les enseñaba los
juguetes a través de un espejo repitiendo los nombres de cada uno de ellos a intervalos. El objetivo, ver si la actividad cerebral del perro acertaba para distinguir entre los juguetes. “Los perros tienen capacidades y motivaciones claras para aprender y comprender palabras humanas”, declaróGregory Berns,
neurocientífico de la Universidad de Emory, uno de los autores del
estudio, a 'The New York Post'. “Sin embargo, parecen tener una
representación neuronal del significado de las palabras que se les ha
enseñado”. Los investigadores se centraron en averiguar qué es lo que significa exactamente una palabra para ellos pronunciada por una persona, así como los mecanismos cerebrales que se activan al escuchar la voz humana.
Es obvio que los perros tienen la capacidad de procesar varios aspectos de nuestro lenguaje, ya que pueden aprender a seguir órdenes verbales”, asegura Berns. "En última instancia, lo único que desean los perros es satisfacer a sus dueños y, a ser posible, recibir elogios o premios en forma de comida". Un
aspecto a tener en cuenta es que los cerebros de los perros tienen
diferentes tamaños; evidentemente, no es lo mismo el de un chihuahua que
el de un pastor alemán.
No solo cuenta lo que dices, sino el tono. Saben si se trata de un reproche o una recompensa por algo que han hecho
Esta no es la primera investigación que se realiza sobre el tema. La ciencia ya ha hecho esfuerzos anteriores por descubrir si los perros son capaces de entender el lenguaje humano hablado. En 2016, un equipo de investigadores húngaros repitieron más o menos el mismo proceso: se escaneó el cerebro de un can mientras escuchaban la voz de su amo o entrenador,
y descubrió que solo saben interpretar lo que hablamos al hablarles con
una entonación que indica un elogio o bien un enfado. "No solo cuenta
lo que dices, sino el tono. Conocen si se trata de un reproche o una
recompensa por algo que han hecho", afirmó Attila Andics, principal autor del estudio e investigador de la Universidad Eötvös Loránd, a 'The Guardian'.
Por último, volviendo al primer estudio, hay que puntualizar que tampoco está demostrado que las palabras habladas sean las más efectivas a la hora de mejorar y fortalecer la comunicación con tu mascota. De hecho, otra investigación reciente, mencionada por 'The New York Post'
y realizada por el mismo equipo, probó que el sistema de recompensa
neuronal de los perros está más en sintonía con las señales olfativas y
visuales que con las verbales. "Cuando las personas quieren enseñarle un
truco a su perro, tienden a usar una señal verbal ya que eso es lo que preferimos los humanos. Sin embargo, desde la perspectiva del perro, una visual sería mucho más efectiva", concluye Ashley Prichard, autora principal del estudio húngaro.
Los fotógrafos de la naturaleza en muchas ocasiones tienen la
fortuna de ver a los animales muy de cerca en su entorno natural. En
esta galería les compartimos 10 momentos inolvidables. Este guepardo,
por ejemplo, estaba muy interesado en la cámara.
(Twitter)
Ciervo
A este hermoso animal le despertó mucho la curiosidad por saber
qué había en el interior del lente del fotógrafo. ¿Pensaría que habría
agua?
(Twitter)
Ave
Esta curiosa ave se paró justo en la cabeza del fotógrafo para que tuviera la composición perfecta.
(Twitter)
Osos
A muchas personas les gustan los “abrazos de oso”. Este hombre literalmente lo tuvo y por dos.
(Twitter)
León marino
Este león marino literalmente se acostó en el fotógrafo. ¿Habrá
tenido él comida en alguno de sus bolsillos y estaba en la búsqueda de
alimento?
(Twitter)
Ciervo
Aquí vemos dos animales que se acercaron para saber qué estaba
haciendo la fotógrafa acostada en el pasto. En la imagen se puede
contemplar que esta mujer no se había percatado del ciervo bebé detrás
de ella.
(Twitter)
10 fotógrafos que fueron sorprendidos por los animales
Guepardo
Este guepardo recién nacido se decidió sentar en la espalda del fotógrafo.
(Twitter)
Zorro
Este tierno zorrito, sin duda alguna, quería soprender por detrás a esta fotógrafa que estaba realizando su trabajo.
(Twitter)
Tigre blanco
Este tierno tigre blanco bebé se puede notar que se encariñó con el fotógrafo y seguramente quería jugar con él.
(Twitter)
Zuricata
Estas juguetonas suricatas, se puede ver en la imagen, que
pasaron un momento muy divertido con el fotógrafo. ¿No te sentiste en
“El Rey León” con esta imagen?
(Twitter)
Los seres vivos somos especialmente sensibles a los cambios de tiempo:
variaciones de presión, temperatura, viento y humedad pueden ser
determinantes en el comportamiento humano, pero también en el de ciertas
especies animales. Esto se debe a que poseen sentidos más desarrollados
que las personas, especialmente a la hora de captar estos cambios
atmosféricos.
6 / 6
Nadar sin tiburones: solo es posible con tormenta
Desde luego que para los animales
terrestres es vital detectar los cambios de presión atmosférica, pero
para los acuáticos lo son los cambios en la presión hidrostática. Uno de
ellos es el tiburón de puntas negras, el cual se traslada hasta aguas
más profundas con la llegada de una tormenta.
La historia de Dalia es un paradigma de bondad y compasión en un momento crítico para el bienestar de los animales en Cuba
Dalia se levanta muy temprano cada mañana para cocinar varios
kilogramos de picadillo de pescado y más de cinco libras de arroz. En la
estrechez de su apartamento en Centro Habana, prepara dos ollas de
comida para la veintena de gatos que viven con ella y los casi cuarenta
que aguardan en el parque infantil “La Maestranza”, en la Habana Vieja.
Con admirable devoción se ocupa de una de las colonias felinas más
numerosas de la capital cubana, sin otros recursos que la ocasional
ayuda de personas caritativas que apoyan su labor protectora.
Durante casi treinta años Dalia ha rescatado a cientos de animales,
enfrentando las críticas de vecinos y colegas; además de sortear como
puede los vacíos legales, la desidia del gobierno, el encarecimiento de
la medicina veterinaria y la indiferencia de organizaciones estatales
encargadas de realizar el trabajo que ha recaído en mujeres como ella,
dedicadas a socorrer a perros y gatos callejeros.
Sus inicios como protectora se remontan a la década de 1990, motivada
por el peligro que corrían las aves endémicas en medio de una crisis
que acabó con parte del patrimonio natural, material e intangible de la
nación. Por aquel entonces llegó a ofrecer a un contrabandista su cadena
de oro con un dije de marfil, a cambio de una cotorra. Recuerda aquella
época amarga en que se levantaba a las cinco de la madrugada para ser
de las primeras en llegar al parque de la Normal y adquirir, en medio de
la mafia del acaparamiento y la especulación, el alpiste para sus aves.
Luego llegaron los perros y más tarde los gatos, desfavorecidos estos
últimos por la superstición y los mitos populares. Al no existir
refugios para tantas criaturas abandonadas, Dalia conoció los
inconvenientes de acoger en su casa un número elevado de animales cuya
preservación y sustento exigen mucho más que pequeñas jaulas y semillas
de girasol.
Hoy, esta Licenciada en Historia trabaja como operaria de los equipos
del parque infantil “La Maestranza”, y a sus 68 años confiesa que son
sus gatos la única razón por la cual no se ha decidido a jubilarse. Allí
los mantiene alimentados, desparasitados y esterilizados, para evitar
una mayor proliferación de la especie doméstica más maltratada.
Lo que para cualquiera podría representar un sacrificio
desproporcionado, para ella es una labor de cuidado y amor, cual si se
tratara de sus propios hijos. No lamenta invertir sus días haciendo
colas en las pescaderías, o bregando algunas libras de arroz para
continuar una lucha cotidiana que no sabe de treguas, en una sociedad
donde la vida se ha tornado sumamente difícil.
No hay concesiones para la causa de Dalia. Esfuerzo, tiempo y dinero
corren por su cuenta; la gente se burla de su empeño; algún vecino cruel
envenenó a su gata bengalí hace pocos días y recientemente, con los
nervios quebrantados por el sufrimiento y la falta de sueño, habló a
CubaNet de una larga noche tratando de alimentar a dos camadas de
gatitos que dejaron abandonados. Aunque logró salvar a cuatro, no pudo
evitar llorar copiosamente por el cachorrito que murió pese a todos sus
cuidados.
La historia de Dalia es un paradigma de bondad y compasión en un
momento crítico para el bienestar de los animales en Cuba. La protectora
estima que actualmente se verifica el peor contexto de maltrato animal
desde los años del Período Especial, agravado por la ausencia de una ley
que castigue con severidad a los abusadores. El abandono y maltrato se
han disparado al extremo de que personas como ella se han visto
obligadas a convertir sus casas en refugios para las víctimas de la
insensibilidad, la brutalidad y la codicia humanas.
Es una cruzada de amor que Dalia ha debido emprender sola, seguida a
distancia por un esposo paciente, una vecina que de vez en cuando le
regala arroz, un veterinario compasivo y un cocinero solidario que
tiempo atrás se ocupó de sus gatos en “La Maestranza”, mientras ella
estuvo enferma. Su dedicación ha hecho eco en personas sensibles, que le
ofrecen lo que pueden para mitigar el impacto de semejante empresa en
el bolsillo de una cubana humilde, y la defienden contra los ataques y
amenazas de gente vil.
A menudo los turistas se detienen frente a la verja del parque,
intrigados por la presencia de los platos desechables. Con sus cámaras
registran el ir y venir de Dalia; preguntan quién es esa mujer, y como
no alcanza un instante para explicarles el drama que rodea al acto que
están presenciando, se les dice solamente que ella es la protectora de
los gatos abandonados.
En un país donde socorrer a los animales parece cosa de locos, es un
espectáculo conmovedor el cortejo de hermosos felinos que esperan el
manjar, las curas y los mimos de Dalia cada día, con la primera luz del
alba o antes de la puesta del sol.