Sin su ayuda, Daisy no podría sobrevivir. Ella no puede comer ni tomar agua como un perro normal lo haría.
Daisy tiene una discapacidad conocida como la enfermedad de megaesófago.
Esta es una condición que endurece el esófago dificultando el paso de los alimentos y líquidos.
Su familia, originaria de Nevada, atenta a las
atenciones que su amiga y compañera necesita, realizaron un mueble muy
especial para Daisy.
Juntos fabricaron una silla diseñada para que Daisy pueda comer, pero lo más importante es que la hicieron con muchísimo amor.
Muy pronto, ella se acostumbró a su nueva rutina
de alimentación demostrando que su familia tiene bastante razón al
sentirse orgullosos de lo lista que ella es.
El diagnóstico de Daisy llegó apenas hace un verano, cuando sus personas Doug y Grace Jones, temían lo peor.
Los síntomas parecían indicar que la perrita tenía problemas respiratorios y sin dudarlo, ellos la llevaron al veterinario.
Entonces fue cuando descubrieron que la perrita de 10 años sufría de Miastenia gravis.
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Los perros con esta condición deben obligatoriamente usar una silla conocida como “Silla de Bailey”
Aunque su familia le dió la silla a Daisy con mucho amor, ellos temían que la rechazara.
Por eso están tan felices de que no solo ella se
haya acostumbrado a la silla, sino que ella misma se mete en ella y
baja la bandeja para comer.
“La primera vez que la vimos hacer esto estábamos tan maravillados que no podíamos parar de reír como tontos.Daisy solía ser la compañera fiel de esta pareja que ama las actividades al aire libre.
Ella nos dejó perplejos.
No solo se metió en la silla ella sola para comer, sino que también bajó la bandeja por sí misma.”
Nadar, caminar en la montaña, ir al lago, estas son todas las actividades que los Jones disfrutan en familia junto a Daisy, aunque ahora se adaptan a sus necesidades.
Por ejemplo, la silla es parte del equipaje obligatorio cuando salen a acampar.
Por otro lado, para las largas caminatas en la
montaña, hacen que Daisy se recline de un árbol o roca grande antes de
darle agua de beber.
Ellos se sienten afortunados de tener a Daisy aún a su lado, a pesar de su condición.“Es que la amamos tanto, no podemos imaginar estar sin su compañía. Por eso es que hemos podido manejar la enfermedad y seguir disfrutando en familia.”Puedes ver el grandioso momento en que Daisy se introduce en su silla Bailey por sí sola, a la hora de comer, haciendo clic aquí.
¡Qué bello ejemplo de amor y unión familiar! Con un poco de paciencia y mucho amor se pueden superar hasta los más difíciles obstáculos.
Comparte la historia de esta perrita con
megaesofágo, hay muchas familias sufriendo por esta extraña condición
que necesitan aliento.
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