lunes, 8 de enero de 2018

La mala imagen de los cuervos

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Los cuervos no gozan de buena imagen, como se refleja en la mitología nórdica, en pasajes de la Biblia, en el folclore indoamericano, en el celta, chino, egipcio, griego... Aún hoy, en parte de Europa son considerados el símbolo del mal. En la literatura o el cine han hecho de ellos protagonistas terroríficos autores como Shakespeare, Poe, Asimov, King o Hitchcock.
Nuestro refranero refleja eso de cría cuervos... y te sacarán los ojos. La costumbre de esta ave de comer cadáveres empezando por los ojos sirve para simbolizar la ingratitud, ese desagradecimiento del que paga con el mal el bien que le han hecho.
Pero no creo que este pájaro sea el paradigma de este extremo, más bien pudiéramos ponernos nosotros como exponente de hasta qué grado podemos llegar con los que nos han favorecido... y si eso ya lo centramos en el mundo político, nos daría para muchas páginas.
No es preciso remontarnos mucho, ahora lo podremos ver todos los días al hilo de los últimos acontecimientos partidistas. Más nos valiera a todos fijarnos en otras características del comportamiento de esos cuervos tan denostados, de los que podríamos aprender bastante. Estudios científicos sobre ellos hacen que se les considere las aves más inteligentes.
Pero no solo eso, se muestran también como uno de los animales más destacados, después de humanos, primates y delfines. En cuanto a qué hace al cuervo especial, debemos fijarnos en su aprendizaje mientras crece, con largos periodos de desarrollo, de aprendimiento y de juego. "Son animales muy sociales y tal vez el desafío de vivir en entornos tan dinámicos requiere habilidades cognitivas complejas", aseguran.
Se ha comprobado que estos oscuros pájaros son capaces de pensar en tiempos venideros y hacer planes para cuando lleguen. También pueden reconocer la utilidad de una herramienta, aprender a usarla y guardarla por si la necesitan después. En resumen, procesos mentales complejos, que a lo mejor no nos venían mal a algunos que nos empeñamos en rechazarlos.

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