Los cuervos no gozan de buena
imagen, como se refleja en la mitología nórdica, en pasajes de la
Biblia, en el folclore indoamericano, en el celta, chino, egipcio,
griego... Aún hoy, en parte de Europa son considerados el símbolo del
mal. En la literatura o el cine han hecho de ellos protagonistas
terroríficos autores como Shakespeare, Poe, Asimov, King o Hitchcock.
Nuestro
refranero refleja eso de cría cuervos... y te sacarán los ojos. La
costumbre de esta ave de comer cadáveres empezando por los ojos sirve
para simbolizar la ingratitud, ese desagradecimiento del que paga con el
mal el bien que le han hecho.
Pero no creo que este pájaro sea
el paradigma de este extremo, más bien pudiéramos ponernos nosotros como
exponente de hasta qué grado podemos llegar con los que nos han
favorecido... y si eso ya lo centramos en el mundo político, nos daría
para muchas páginas.
No es preciso remontarnos mucho,
ahora lo podremos ver todos los días al hilo de los últimos
acontecimientos partidistas. Más nos valiera a todos fijarnos en otras
características del comportamiento de esos cuervos tan denostados, de
los que podríamos aprender bastante. Estudios científicos sobre ellos
hacen que se les considere las aves más inteligentes.
Pero no solo eso, se muestran
también como uno de los animales más destacados, después de humanos,
primates y delfines. En cuanto a qué hace al cuervo especial, debemos
fijarnos en su aprendizaje mientras crece, con largos periodos de
desarrollo, de aprendimiento y de juego. "Son animales muy sociales y
tal vez el desafío de vivir en entornos tan dinámicos requiere
habilidades cognitivas complejas", aseguran.
Se ha comprobado que estos
oscuros pájaros son capaces de pensar en tiempos venideros y hacer
planes para cuando lleguen. También pueden reconocer la utilidad de una
herramienta, aprender a usarla y guardarla por si la necesitan después.
En resumen, procesos mentales complejos, que a lo mejor no nos venían
mal a algunos que nos empeñamos en rechazarlos.
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