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Modificaron
el pre-concepto de que sólo los perros y los caballos pueden formar
parte de las terapias asistidas con animales. Desde hace más de 15 años,
la médica veterinaria Stella Maris Galván lidera el proyecto Zoolidarios,
un grupo de voluntarios con sede en la Facultad de Ciencias
Veterinarias de la Universidad Nacional del Litoral en la provincia de
Santa Fe, que está cambiando el enfoque en el abordaje de diferentes
discapacidades y en el acompañamiento de personas en situación de riesgo
social, ancianos, niños y presos. En este sentido, apuntan a trabajar
con los denominados discapacitados sociales: niños, jóvenes y adultos
que, dentro de las instituciones, evidencian comportamientos agresivos,
transgresión de las reglas y falta de contención. Gracias a las visitas
amistosas mediadas por las mascotas, los ayudan a disminuir sentimientos
de angustia, temor, estrés, frustración y soledad.
"La idea
del proyecto Zoolidarios surgió en la Facultad luego de haber generado
un proyecto de extensión sobre tenencia responsable de mascotas que se
desarrolló frente a niños de escuelas comunes de la ciudad de Esperanza.
Allí nos dimos cuenta que estábamos dejando de lado a los chicos con
discapacidades. Entonces decidimos diseñar una estrategia de trabajo en
la que invitábamos a asitir a nuestra Facultad a instituciones
vinculadas con la discapacidad. Fuimos perfeccionando nuestra propuesta e
incorporando a personas con discapacidad de diferentes edades y
discapacidades. Sumamos además a centros de día, de salud y a centros de
acción familiar", explica la creadora de la propuesta. Es que los
animales pueden ayudar a las personas en muchos aspectos de su vida:
elevan la autoestima, ayudan a combatir las fobias y el estrés, enseñan a
adquirir responsabilidades y a socializar con otros. Stella Maris, que
además es Profesora titular de la cátedra de Anatomía Veterinaria y de
la cátedra electiva Actividades y Terapias Asistidas por Animales lo
resume así: "Los animales son una fuente inagotable de amor que ayudan a
mejorar la calidad de vida de las personas".Producto de la experiencia y el trabajo a lo largo de todos estos años, Galván asegura que junto al equipo interdisciplinario que conforma con profesionales del area de la salud humana y de la salud animal (donde predominan los veterinarios), más un grupo de 60 voluntarios permanentes lograron modificar el pre-concepto de que sólo se puede trabajar con perros o con caballos en el área de las terapias y actividades asistidas con animales. El enfoque tiene como partida diferente tipo de actividades educativas y recreativas asistidas con animales ya que la mayor parte de los voluntarios son estudiantes que pertenecen a diferentes carreras y se suman al grupo cuando cursan una asignatura electiva de la Universidad Nacional del Litoral que se llama justamente Actividades y Terapias Asistidas con Animales. Provienen de las carreras de veterinaria, ingeniería Agronómica, Terapia Ocupacional, Medicina, Profesorados de Educación Física, Arquitectura, Abogacía, Sociología, Profesorados de Educación Especial.
"En un primer encuentro hacemos una actividad exploratoria en donde presentamos distintos tipos de animales y de distintas especies. De ese modo identificamos con qué especie quiere trabajar cada uno de nuestro destinatario. Tenemos grandes animales: caballos, terneros, cerditos y cabras. También animales de compañía: perros de distintas razas, edad y tamaño, gatos, conejos, hamsters, cobayos, ratas, ratones, chinchillas, aves (palomas, loros y cocotillas). Pero además hemos incluido a los exóticos: erizos, serpientes no venenosas (pitón bola y culebras), iguanas, lagartos y con otros reptiles (tortugas de tierra). En estos casos se trata de animales criados por los propios voluntarios", aclara Galván.
Serpientes que sanan
En conjunto con las diferentes instituciones y de acuerdo a las necesidades que se plantean desde esos centros, Stella Maris y su equipo deciden qué animal es el adecuado para trabajar con cada uno de los pacientes. Por ejemplo, los gatos y los roedores pequeños son excelentes animales para trabajar con adultos mayores, en especial si ellos no pueden deambular. La selección la hacen en base a la observación y detección de conductas de socialización y ausencia de signos de estrés, especialmente en los animales exóticos. "Pudimos comprobar y ver con agrado la fascinación y la tolerancia que tienen los niños con parálisis cerebral hacia las serpientes. Suponemos que es por el modo en que se desplazan sobre la piel, de manera muy suave y no invasiva. Un niño con parálisis cerebral está como atrapado en un cuerpo que no responde, pero sí pueden manifestar con gestos en su rostro (sonrisas o llanto) las situaciones de placer o de displacer. Pero las serpientes también generan fascinación en otros niños que no necesariamente tienen parálisis cerebral, como es el caso de los chiquitos con síndrome de Down", asegura la veterinaria. Desde luego, en todos los casos trabajan con el consentimiento de las familias o tutores.Con respecto a los beneficios, más allá de la potencia que tiene la incorporación de animales en cualquier experiencia educativa (sea común o del área de la educación especial), el vínculo positivo con los animales produce beneficios físicos, psicológicos, sensoriales, afectivos, sociales. "En lo físico se ha demostrado que una buena interacción con animales disminuye el cortisol (hormona presente en situación de estrés), aumenta las endorfinas, disminuye la tensión arterial y produce relajación muscular. Esto sucede por ejemplo en la rehabilitación motriz, donde las terapias con caballos son las estrategias más placenteras para personas que sufren parálisis u otras afecciones locomotrices que en general requieren de prácticas rehabilitatorias que no siempre son del agrado de los pacientes", explica Galván. Es sabido que la equinoterapia mejora el equilibrio corporal de los niños con problemas psicomotrices, porque subido a un caballo cambia el eje corporal. El movimiento del caballo provoca algo que no se puede lograr con masajes. Además el animal es un estímulo para que los chicos hagan el movimiento. En lo psíquico, el contacto con animales disminuye la ansiedad, permite superar situaciones de depresión, aumenta la autoestima, facilita y estimula la comunicación e interacción social.
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