domingo, 8 de octubre de 2017

Foto: Ahora vuelve a pedir pulpo a la gallega, si te atreves...
Ahora vuelve a pedir pulpo a la gallega, si te atreves...

Son blandos, son viscosos y para muchos son también deliciosos. Los pulpos con sus tentáculos y ventosas son un animal fascinante de observar, y también de analizar científicamente por sus peculiares características. Esta misma semana un estudio publicado en la revista 'Cell' recogía el último descubrimiento en torno a los pulpos: utilizan un mecanismo evolutivo ajeno a prácticamente cualquier otro organismo multicelular conocido.

Para la mayoría de los animales, los cambios con potencial para ser beneficiosos comienzan al principio del proceso de producción de moléculas: ocurren en el ADN y se transcriben despues al ARN (el ácido ribonucleico, la molécula que transmite la información del ADN) y de ahí se convierten en alteraciones en las proteínas. No ocurre así para los cefalópodos, o no del todo, ya que son capaces de modificar sus proteínas sin alterar su ADN. Esto hace que parezca que han evolucionado extremadamente despacio a lo largo de su existencia, pero quizá sea simplemente que estábamos buscando los cambios en el sitio equivocado.
Los autores del estudio han denominado a este proceso edición del ARN, y lo consideran extremadamente raro. En el caso de los pulpos y otros animales cercanos, este mecanismo les ayuda a responder a los cambios en la temperatura de las aguas en las que viven, y lo utilizan con frecuencia.
¿Pero tú has visto esto?
¿Pero tú has visto esto?
Esta es la última rareza que conocemos sobre los pulpos, animales que poseen unas características sorprendentes, que probablemente no conocías y que te harán considerar a este colorido y viscoso animal como uno de tus favoritos entre todos los que pueblan los océanos del mundo.

Los pulpos tienen tres corazones y sangre azul

A falta de uno, los pulpos tienen tres corazones. Dos de ellos envían la sangre sin oxígeno hacia las branquias, mientras que el tercero mantiene la sangre oxigenada en circulación hacia los órganos. Este tercer órgano se detiene cuando nadan, y por eso los pulpos se desplazan preferiblemente reptando en vez de nadando, una actividad que les deja agotados.
El color azul de la sangre de los pulpos, calamares y sepias se debe a que en vez de hemoglobina, utilizan hemocianina como molécula para transportar el oxígeno. La hemocianina tiene dos átomos de cobre, en vez de hierro, lo que le da ese tono azul verdoso.
A los pulpos tampoco les gustan los paparazzi.
A los pulpos tampoco les gustan los paparazzi.

¡Y nueve cerebros!

Dos tercios de las neuronas de los pulpos residen en sus tentáculos, no en su cabeza. Cada uno de sus brazos tiene su pequeño centro neuronal, que depende del cerebro principal, lo que les permite ejecutar acciones independientes: mientras uno tantea una cueva en busca de refugio, otro abre la concha de su última presa.

Son los invertebrados más inteligentes

El estudio de la inteligencia animal es complejo, puesto que la propia definición de inteligencia es un desafío: ¿cómo evaluar qué es la inteligencia en cada especie? Según distintos estudios, los pulpos están entre los animales más inteligentes del planeta, junto con los simios, los elefantes y los cetáceos, a pesar de ser animales invertebrados y por tanto menos complejos. Muestras de esa inteligencia son su capacidad de resolver problemas por sí mismos (como por ejemplo abrir una botella para comerse a la presa que contiene) y su costumbre de jugar, algo que comparte con mamíferos y pájaros.
¿He dicho abrir una botella? Quería decir un tarro. DESDE DENTRO.
¿He dicho abrir una botella? Quería decir un tarro. DESDE DENTRO.
Puesto que son animales solitarios, las crías no tienen el ejemplo de sus progenitores para aprender de ellos. Además, solo viven entre 3 y 5 años, por lo cual su tiempo para adquirir y almacenar información no es muy prolongado. Por ello, su velocidad de aprendizaje es muy alta: en un experimento, un pulpo encontró la forma de salir de una caja en 12 minutos. La siguiente vez, lo hizo en 90 segundos, lo que demuestra una gran memoria.

En serio, son muy listos

Inky, un pulpo que vivía en Nueva Zelanda, logró escapar de su acuario y volver al océano. Otto, otro pulpo que vivía en el Sea Star Aquarium de Coburg, aprendió que lanzando agua hacia un lugar determinado (las luces que iluminaban la habitación donde se encontraba su acuario) conseguía dejarlo todo a oscuras, y repitió la jugarreta varios días seguidos.
¡Te pillé!
¡Te pillé!
Se ha grabado a pulpos abriendo tapas con rosca desde dentro y desde fuera del recipiente. También utilizando conchas como herramientas, preparando emboscadas a sus presas, y curioseando alrededor de buceadores, todo señales de inteligencia.

Se camuflan mejor que nadie

Olvídate de los camaleones: algunos tipos de pulpos son los mayores expertos de la naturaleza en pasar desapercibidos a voluntad cambiando el color y la textura de su piel en unos segundos, ya sea para evitar a un depredador o para acechar a una presa. Su piel está cubierta por entre 1 y 2 millones de cromatóforos, células con pigmentos en su interior, rodeadas de músculos y terminaciones nerviosas. Cuando los músculos se contraen, los cromatóforos se extienden y la piel del pulpo adquiere un nuevo color.
Ahora me ves, ahora no me ves.
Ahora me ves, ahora no me ves.
Además, se dividen en varios tipos, algunos de ellos con características especiales: los iridóforos dan un brillo iridiscente a su piel, y los leucóforos dibujan puntos y manchas blancas que les hacen confundirse fácilmente con las rocas del fondo marino. A veces los pulpos utilizan esta habilidad para todo lo contrario: muestran colores llamativos como señal de agresividad.

Sus ojos son diferentes

Aunque los ojos de los pulpos y otros cefalópodos y los de los vertebrados evolucionaron de formas diferentes, comparten algunos elementos comunes: la retina, la córnea, el iris, el cristalino y el fluido que rellena sus globos oculares. Sin embargo, también son muy diferentes en otros aspectos. Por ejemplo: los pulpos tienen la habilidad de girar y mantener su mirada en una orientación constante respecto a la gravedad, lo que significa que puede mantener sus ojos en posición horizontal con independencia de la postura que adopte el resto de su cuerpo, y por tanto intepretar siempre correctamente la información que recibe de su entorno a través de la vista.
Mírame a los ojitos
Mírame a los ojitos

También son diferentes en otros aspecto. Nuestros ojos (y los del otros animales) son capaces de reconocer colores porque combinan la información que reciben distintos tipos de receptores que se encuentra en la retina. Cuando una persona carece de alguno de estos tipos, no puede reconocer algunos colores y decimos que padece daltonismo. Los cefalópodos solo tienen un tipo de receptor, así que en teoría no deberían ser capaces de distinguir colores, pero si adaptan su piel al color de sus alrededores, de alguna forma lo hacen.
Los científicos creen que la clave está en sus extrañas pupilas, que adoptan forma de U, V o W, actuando como prismas que dispersan la luz blanca dentro del ojo. Este efecto se llama aberración cromática. Una vez que la luz se ha dividido en sus diferentes componentes según la longitud de onda, el ojo de los pulpos adapta la profundidad de sus globos oculares o la distancia entre el cristalino y la retina para fijarse cada uno de esos componentes y así discriminar los colores.

Pueden ver por la piel

La piel de los pulpos no solo puede adoptar colores y texturas que les permiten camuflarse a voluntad con su entorno. También les ayuda a captar la luz que les llega de ese entorno. En 2015, científicos del Laboratorio de Biología Marina de Woods Hole, Massachusetts, descubrieron que los pulpos han desarrollado un sistema por el que determinadas enzimas de su piel también captan la luz, y quizá el color.
¡BUH!
¡BUH!
Lo que hicieron fue buscar opsinas, un tipo de célula presente en el fondo del ojo de los cefalópodos encargada de desarrollar la reacción bioquímica que envía una señal eléctrica del ojo al cerebro cada vez que incide la luz en ellas, pero en la piel. Utilizaron sondas moleculares para encontrarlas, y extirparon parte de la piel a varios pulpos para comprobar si respondían a la luz, y así fue: cuando estaban a oscuras, la piel quedaba pálida, pero al exponerlas a la luz, la piel oscurecía en pocos segundos.

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