La leyenda celta de los gatos bicolor blanco y negro cuenta lo siguiente:
Buigh era una gata negra de ojos grandes y amarillos, la cual tenía un dueño al que amaba y que la llevaba a todas partes junto a él, paseaban juntos. Él le compartía su comida, dormía junto a ella y hasta hablaba con la gatita. Siempre estaban unidos y su gata lo adoraba.
Pero todo cambió cuando su dueño se hizo a la mar. Como no quería que le pasara nada en alta mar a la gata, prefirió dejarla al cuidado de su madre. Esta la encerró en el granero para que no siguiera a su hijo al puerto.
Buigh maulló semanas esperando a su amo, hasta que una mañana un vecino llevó una mala noticia a la madre de su dueño, hubo una tormenta fuerte y una ola se tragó a su hijo. Al escuchar esto Buigh espantada huyó de la casa y corrió hasta la playa. Como no estaba su dueño, empezó a caminar por la costa buscándolo. Así pasó mucho tiempo, la gata se encontraba delgada, cansada y sin ganas de seguir. Cuando llegó a Kirkwall en el norte del país, se asomó al acantilado y le dijo al océano: “Llévame con él al fondo de tu abismo, te regalo mi alma inmortal pues sin él no hay sitio para mí en este mundo” Una ola gigante apareció llevándose consigo a la gata, quien cerró sus ojos y se dejó arrastrar por el océano.
Despertó en los brazos de un hombre que la secaba con cariño, abrió sus ojos y lo miró, ese hombre era su dueño, que al verla recobró la memoria que perdió tras ese accidente en alta mar. El hombre la reconoció por sus enormes ojos amarillos, pero notaba que su pelaje era distinto.
Escucho una voz profunda desde el océano que le dijo, “Me ofreció su alma a cambio de regresar contigo, pero no puedo privar al mundo de un alma tan noble, a cambio llevará en su manto mi recuerdo, la espuma del mar y un don que le concedo a ella y sus descendientes, llevarán la armonía y la alegría a cada hogar que habiten”.
Desde entonces existen los gatos blancos y negros, que llevan el legado de Buigh y el don de llevar armonía y alegría a aquellos que comparten sus vidas.