Stubbs era un cocodrilo que se había quedado sin cola hace varios años cuando lo transportaban ilegalmente un grupo de traficantes de animales. Según National Geographic, lo encontraron en 2013 junto con otros animales exóticos en la parte trasera de un camión. La impresión 3D le ha dado una segunda vida.
Al parecer, el animal fue transportado a la Phoenix Herpetological Society. Allí, los investigadores llegaron a la conclusión de que Stubbs un día se daría la vuelta y no sería capaz de enderezarse cuando se colocara en aguas profundas. Sabían que el cocodrilo no podría vivir en su hábitat en esas circunstancias, así que trabajaron para encontrar una solución al problema.
Su primer intento de darle una nueva cola vino en la forma de una cola protésica hecha del yeso de un cocodrilo de tamaño similar. Este método no funcionó porque la cola se movía con su masa de forma torpe y afectaba a su flotabilidad, dificultándole en última instancia el movimiento.
Tras varios intentos, el avance del equipo llegó años después cuando la tecnología de escaneo e impresión 3D se hizo disponible. Justin Georgi, profesor asociado de anatomía en la Universidad de Midwestern en Glendale, Arizona, junto con un estudiante de la universidad, se unieron para utilizar la tecnología y encontrar una solución permanente.
Ambos usaron un escáner 3D Artec para medir con precisión al cocodrilo para su nuevo apéndice. La tecnología 3D permitió anticipar de forma certera su crecimiento y se adapta al animal de forma más natural. Según explicó Georgi, usaron la misma tecnología utilizada para crear representaciones de captura de movimiento en Hollywood para medir los movimientos corporales de Stubbs a fin de crear la cola más adecuada:
Tenemos marcadores en el cocodrilo que están siendo disparados por varias cámaras diferentes, todas apuntando en el mismo espacio. Y el equipo puede ver cada uno de esos marcadores de todas esas cámaras y decir exactamente dónde, en el espacio tridimensional, está el animal.
Actualmente Stubbs parece ajustarse bastante bien a su nueva vida.
Después de solo cinco semanas de usar la cola protésica, mostró la
primera señal de regresar al comportamiento normal de los cocodrilos
cuando golpeó con la cola a un voluntario en las instalaciones donde se
encontraba. Según Georgi:
Mi reacción inicial fue: ‘¡Esto es maravilloso!’ Por supuesto que tuve que parar y preguntar si el voluntario estaba bien también. Pero saber que estaba usando la cola de forma natural fue solo un hito excelente y emocionante.En cualquier caso, todavía hay un largo camino por recorrer hasta que pueda volver a ser el mismo animal, “después de casi ocho años sin cola, tenemos que enseñarle para que pueda nadar como un cocodrilo normal, pero está en el buen camino”, explicaron desde el Phoenix Herpetological Society. [National Geographic]
No hay comentarios:
Publicar un comentario