Es posible que hayas visto los clásicos vídeos de gatos o
perros con serios problemas para andar o saltar porque han tomado alguna
sustancia prohibida. Pero, aunque te parezca sorprendente, también los animales salvajes se drogan de diversas maneras y casi siempre sin intervención humana. Es la ciencia de la naturaleza.
Por ejemplo, con alcohol, y no precisamente destilado, sino fermentado. Con un poco de fruta que ha metabolizado sus azúcares al combinarse con levaduras establecidas en la contaminación ya se produce la sustancia. Por eso no es extraño que elefantes, monos o cerdos la consuman.
Por desgracia, los seres humanos hemos llenado los suelos del mundo de colillas de cigarro. Estas son usadas por algunos pájaros para elaborar sus nidos, y es que, al parecer, los estudios científicos certifican que la nicotína es un poderoso veneno para muchos insectos, por lo que se reducen los parásitos en el lugar, aunque también aumentan los efectos perjudiciales en las aves.
Sin embargo, otros pájaros sí que practican lo que se conoce como anting. Es decir, cazan ciertas especies de hormigas que segregan sustancias nocivas con la intención de hacerlas menos apetitosas para sus depredadores. Una vez el ave se las ha echado al pico, muestra conductas erráticas.
Pero, si hay una conducta extraña entre los animales salvajes que se drogan, esa la protagonizan los delfines ‘enganchados’ a chupar peces globo. Parece ser que las neurotoxinas de esta especie les hace entrar en un singular trance, como si se movieran a cámara lenta.
Otras formas en que se drogan los animales salvajes
También hay muchas formas en que se drogan diversos animales salvajes, como los canguros de Tasmania, en Australia, que disfrutan consumiendo opio en los campos de flores de esta planta.
Para los gatos, el cilantro es tremendo. Les hace salivar, y luego acaban por el suelo maullando con suavidad. Les gusta tanto que siempre vuelven a por más.
En el caso de los jaguares, un tipo de uva llamado Yage que crece en los bosques sudamericanos les sirve como alucinógeno que los convierte en gatitos que ruedan por el suelo.
La conocida como hierba loca sirve a los caballos para sentirse relajados. Sin embargo, si la consumen en exceso, acaban sufriendo adicción que conlleva depresión y pérdida de peso.
Para los renos, existen algunos tipos de hongos que los lleva a mostrar conductas erráticas y prorrumpir extraños sonidos. E igual sucede con los lémures de Madagascar, que consumen milpiés por cierta sustancia química que segregan y que les hace balancearse y babear como si no hubiera nada más en el mundo.
Por ejemplo, con alcohol, y no precisamente destilado, sino fermentado. Con un poco de fruta que ha metabolizado sus azúcares al combinarse con levaduras establecidas en la contaminación ya se produce la sustancia. Por eso no es extraño que elefantes, monos o cerdos la consuman.
Por desgracia, los seres humanos hemos llenado los suelos del mundo de colillas de cigarro. Estas son usadas por algunos pájaros para elaborar sus nidos, y es que, al parecer, los estudios científicos certifican que la nicotína es un poderoso veneno para muchos insectos, por lo que se reducen los parásitos en el lugar, aunque también aumentan los efectos perjudiciales en las aves.
Sin embargo, otros pájaros sí que practican lo que se conoce como anting. Es decir, cazan ciertas especies de hormigas que segregan sustancias nocivas con la intención de hacerlas menos apetitosas para sus depredadores. Una vez el ave se las ha echado al pico, muestra conductas erráticas.
Pero, si hay una conducta extraña entre los animales salvajes que se drogan, esa la protagonizan los delfines ‘enganchados’ a chupar peces globo. Parece ser que las neurotoxinas de esta especie les hace entrar en un singular trance, como si se movieran a cámara lenta.
Otras formas en que se drogan los animales salvajes
También hay muchas formas en que se drogan diversos animales salvajes, como los canguros de Tasmania, en Australia, que disfrutan consumiendo opio en los campos de flores de esta planta.
Para los gatos, el cilantro es tremendo. Les hace salivar, y luego acaban por el suelo maullando con suavidad. Les gusta tanto que siempre vuelven a por más.
En el caso de los jaguares, un tipo de uva llamado Yage que crece en los bosques sudamericanos les sirve como alucinógeno que los convierte en gatitos que ruedan por el suelo.
La conocida como hierba loca sirve a los caballos para sentirse relajados. Sin embargo, si la consumen en exceso, acaban sufriendo adicción que conlleva depresión y pérdida de peso.
Para los renos, existen algunos tipos de hongos que los lleva a mostrar conductas erráticas y prorrumpir extraños sonidos. E igual sucede con los lémures de Madagascar, que consumen milpiés por cierta sustancia química que segregan y que les hace balancearse y babear como si no hubiera nada más en el mundo.
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