Le ataron una cuerda en torno al cuerpo y colocaron un flotador para que no sumergiese la cabeza.
Así pudieron tirar del burro, que poco a poco fue saliendo de la zona de peligro, exhausto por el esfuerzo que había estado haciendo.
Lo más asombroso de todo es que cuando el animal se sintió a salvo reaccionó de la forma más tierna que podríamos imaginar: con una sonrisa de oreja a oreja.
Le pusieron el nombre de Mike.
Después de secarlo y darle de comer, le ofrecieron un lugar tranquilo donde descansar. Más tarde, un veterinario le puso un tratamiento de antibióticos para prevenir una neumonía.
Tenía un poco de agua en los pulmones, pero el pronóstico fue bueno desde el principio.
El burro Mike pudo volver a casa, donde todos le echaban de menos y lo habían dado por perdido después de buscarlo insistentemente. Al parecer, el animal escapó de su cuadra cuando, debido al viento de la tormenta, su puerta se abrió por accidente.
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